El nuevo ministro de Justicia, el fiscal Mariano Fernández Bermejo, continúa siendo piedra de escándalo en las tertulias de radio. A nadie deja indiferente: conmigo o contra mí. Por ejemplo, Carlos Herrera, en Onda Cero, destacaba que su antecesor en el cargo, Juan Fernando López Aguilar, hacía esfuerzos para alabar a Bermejo: decía que es un fiscal de reconocido prestigio, que no es la palabra más adecuada para definirle. Para Herrera, Bemejo tendrá sus virtudes, pero con su nombramiento parece que el presidente ha venido a dar un mensaje de radicalización, como si hubiera sacado un doberman, a los que no sean de mi cuerda les quedan 4 días. A este fichaje lo presentan como un represaliado en los tiempos de Aznar, pero lo primero que hizo Cándido Conde Pumpido fue cargarse a Torres Dulce y a Fungairiño, porque sabía que no iban a tragar con el cuento. Según Herrera, Fernández Bermejo pertenece a la izquierda extrema, lo cual es legítimo, y quizá estemos cometiendo la descortesía de juzgar a alguien antes de empezar su trabajo. En cualquier caso proseguía Herrera-, hay que tomar nota del verdadero talante de Rodríguez Zapatero, el de elegir un fiscal que puede poner en marcha su política, como por ejemplo, el entendimiento o negociación con ETA, o el cordón sanitario al PP. Y en este asunto, el enfrentamiento queda garantizado. Concluía el locutor de Onda Cero: vamos a darle unos días al ministro.

 

José Antonio Gómez Marín opinaba en Onda cero que se están produciendo una serie de ataques a los fundamentos del estado de derecho que son intolerables. Se está confundiendo radicalismo con izquierdismo. Este es un señor al servicio de un partido.

 

El PP lo interpreta como una provocación y desde el PSOE todo indica que quieren que ponga en orden la judicatura porque tiene que hacer trabajos de precisión con el poder judicial, señalaba Raúl del Pozo en Onda Cero. Y contaba que el otro día el presidente me recibió un rato y la idea de Zapatero es la leña, porque él considera que las elecciones se ganarán movilizando a la izquierda y exhibiendo al tigre de la derecha dura se movilizará a la izquierda, es casi una provocación electoral. La política española está que hierbe.

 

También en Onda Cero, Herman Tertsch ve con pesimismo el futuro político de nuestro país: si se trata de intimidar a la derecha española, lo ha conseguido con el nombramiento. No parece ser un paso hacia una reinstauración de un clima de transición. Es quizá un personaje más propio del 34. Ahí se quedan las posibilidades  de un retorno a la convivencia. Y veremos si la sociedad española se recupera de las aventuras de este presidente.