Una trombosis o embolización conlleva a la falta de flujo sanguíneo en la pierna
Si se pudieran desplegar todos los vasos sanguíneos del cuerpo humano y formar una línea recta, sería tan larga que podría dar la vuelta al mundo, al menos un par de veces, llegando a casi 100.000 kilómetros. Una barbaridad. Pero la importancia de los vasos sanguíneos va más allá de su longitud, son fundamentales para llevar oxígeno, agua y nutrientes a las células de nuestro cuerpo. Este alimento lo transporta la sangre, que fluye por los vasos sanguíneos del sistema circulatorio, el cual está compuesto por arterias, capilares y venas.
Estos vasos sanguíneos llegan a todas y cada una de las partes vitales del organismo. Las arterias llevan la sangre oxigenada desde el corazón a los diferentes órganos del cuerpo, y las venas retornan la sangre poco oxigenada al corazón para que los pulmones la recarguen del oxígeno necesario.
Las causas de los aneurismas pueden ser diversas. Algunos son genéticos y otros suceden por defectos en la pared arterial producidos por traumatismos o como consecuencia de lesiones crónicas
Algunas enfermedades y hábitos como el tabaquismo pueden generar problemas en las arterias como un ensanchamiento o dilatación anormal en alguna parte de la arteria como consecuencia de la debilidad de la pared de este vaso sanguíneo, es lo que se conoce como aneurisma. Las causas de los aneurismas pueden ser diversas, algunos son genéticos y otros suceden por defectos en la pared arterial producidos por traumatismos o como consecuencia de lesiones crónicas producidas por hábitos no saludables (tabaquismo, obesidad, colesterol elevado).
Los aneurismas pueden ocurrir en cualquier arteria, sin embargo, suele afectar arterias de zonas como el cerebro, el cuello, el abdomen (en la arteria aorta, renales, entre otras), o detrás de la rodilla en la arteria poplítea. El aneurisma de la arteria poplítea es una dilatación o protuberancia anormal que se produce en la pared de la arteria que está detrás de la articulación de la rodilla, es un tipo de arteriopatía de las extremidades inferiores.
Para que se produzca un aneurisma poplíteo, la pared de la arteria debe estar débil, lo que sucede por diferentes motivos: por sufrir la ateroesclerosis, que es la acumulación de placa grasa en el interior de la arteria; por tener la presión arterial alta. También la edad, el colesterol alto, el tabaquismo o tener antecedentes familiares de aneurismas en otras partes del cuerpo, pueden ser factores de riesgo.
El aneurisma de la arteria poplítea no es muy frecuente pero cuando se presenta “puede ser peligroso, sobre todo si se produce trombosis o embolización de las arterias de la pantorrilla así como riesgo de rotura, más asociada a los aneurismas de forma sacular, es decir, cuando se forma un pequeño saco redondo lleno de sangre que sobresale de la arteria principal. Estas complicaciones pueden conllevar a riesgos más graves como la pérdida de la pierna” debido a la isquemia aguda (falta de riego sanguíneo), explica el doctor Pablo Gallo, Jefe de la Unidad de Angiología y Cirugía Vascular del Hospital Ruber Internacional.
El aneurisma de la arteria poplítea no suele presentar síntomas, se detecta de forma casual cuando se realizan pruebas diagnósticas por otras patologías, sin embargo, sentir dolor en la parte inferior de la pierna al caminar, hinchazón en la parte posterior de la articulación, los cambios de coloración o pérdida de la sensibilidad del pie son signos de alarma y por lo tanto se debe consultar urgentemente con el especialista. La confirmación del diagnóstico se obtiene realizando pruebas de imagen como la ecografía dúplex que usa ondas sonoras para ver cómo fluye la sangre por las venas y las arterias.
Otra prueba diagnóstica puede ser una angiografía por tomografía computarizada o por resonancia magnética para conseguir imágenes del estado general de los vasos sanguíneos y de otras estructuras anatómicas adyacentes. La arteriografía selectiva también nos aporta información importante para tomar una decisión terapéutica, añade el doctor Santiago Zubicoa, responsable de la Unidad de Radiología Vascular Diagnóstica e Intervencionista del Hospital Ruber Internacional.
Una vez diagnosticado el tipo de aneurisma, el tratamiento dependerá del tamaño, de los síntomas que presenta y de la salud del paciente
Una vez diagnosticado el tipo de aneurisma, el tratamiento dependerá del tamaño, de los síntomas que presenta y de la salud del paciente. “En los aneurismas pequeños que no causan síntomas significativos, el enfoque es conservador, realizando un seguimiento con eco-doppler para controlar su crecimiento y controlando los factores de riesgo como la hipertensión arterial y el tabaquismo, esencial para prevenir la progresión del aneurisma”. En los casos de aneurismas grandes, con riesgo de trombosis o sintomáticos se debe realizar una intervención quirúrgica preferente para reparar la arteria dañada. En el caso de necesitar cirugía, ésta puede ser abierta o endovascular.
Es importante, ante la sospecha de un aneurisma de la arteria poplítea, acudir lo antes posible al especialista para un diagnóstico temprano y tratamiento según cada caso. Con esto se evitan complicaciones más graves, pues si se produce una trombosis o embolización esto conlleva a la falta de flujo sanguíneo en la pierna y tener un desenlace desfavorable si no se interviene de forma oportuna, hasta el punto de provocar la pérdida de la extremidad.
Contenido patrocinado por: Quironsalud