Tanto Joan Palomares como Pau Berga, de Prozak Soup componen esta 'Manifest Antiromantic' -contratada por el Instituto Valenciano de Cultura- edificada a través de una teoría sociológica sobre el consumo de cuerpos en la era digital. Este relato grupal se compone y narra a través de las experiencias reales de los directores, los actores y las actrices. 

¿Cómo preparamos nuestro cuerpo para ser sensual? ¿Como trabajamos para funcionar en el sexo? ¿Cómo relatamos nuestro perfil en Tinder? ¿Qué pasa con la fiesta y las drogas? ¿Que pasa si en el sexo no funciona? Manifest Antiromàntic responde a estas preguntas a través de la música y el teatro. Lo que en su día supuso una gran conversación entre Bergas y Palomares ahora se expresa a ritmo de autotune y en un escenario, todo ello con una “visión satírica y con el filtro de la artificialidad” -aderezado todo ello con importantes dosis de cochinadas varias-, tal y como lo define Berga. Con ritmos discotequeros y sin voces crudas el relato muestra una visión actualizada de las pseudorelaciones, con “voces” como la de Sara Guerrero, quien encarna a Miss. La actriz comprende este trabajo como uno de los más difíciles a los que se ha enfrentado, al tratarse de una orquestación marcada por la música: “Es una manera coreográfica de contar una historia, los actores no podemos hacer algo cuando nos nace, tenemos que esperar a que lo marque la música. Para mí es un desafío porque a veces tu personaje empieza en un estado y salta a otro en muy poco tiempo, hay que adaptarse con gran velocidad”. 

antiromantic

Según ValenciaPlaza, Palomares busca con este ensayo provocar una reacción sobre la época que estamos viviendo, reflexionando sobre el cuerpo y el género en relación con el mundo: “Funcionamos como un mecanismo común y andrógino”, aclara cuando hablamos de los personajes y la estética, “todo ello a través de un ensayo que se expresa a través de la electro-ópera, con un sonido posmoderno y que trata el tema de la tecnología y la sexualidad de forma totalmente experimental”.

Para enmarcar todo ello el escenario se llena también de luces y sonidos estruendosos, que según Berga nos dejarán ganas de “salir de fiesta al levantarse de la butaca” -en el caso de que el espectador sea capaz de permanecer en la sala hasta el final-, sin embargo también cuenta con momentos de lo más “crudos” e impactantes que pretenden reflejar la era del desnudo digital y cómo nos mostramos a través de las redes.