Ha muerto Donald Rumsfeld, el ateo conservador
Ha muerto Donald Rumsfeld, el secretario de Defensa con George Bush junior, al que le tocó lidiar con el 11-S y que decidiera la invasión norteamericana de Irak (2003), a la que tanto se opuso San Juan Pablo II… no así a la de Afganistán (2001) que fue la inmediata a la salvajada islámica de Bin Laden.
Donald Rumsfeld era lo que podíamos llamar un ateo conservador y, sobre todo, un ejemplo de que el mundo ya no se divide entre izquierda y derecha sino entre cristianos y progresistas, esa lamentable epidemia de la modernidad.
Es verdad que la izquierda sigue siendo más anticlerical que la derecha -cuestión de historia-, pero no se engañen: la ideología que prima hoy es la de lo grande oprimiendo a lo pequeño
Es verdad que la izquierda sigue siendo más anticlerical que la derecha -cuestión de historia- pero no se engañen: la ideología que prima hoy es la de lo grande oprimiendo a lo pequeño… sean el primero o el segundo de izquierda o de derechas. Vamos, que hay progres de izquierda y progres de derecha, pero antes que nada, son progres.
No olviden que tan grande y monstruoso es el Estado como las multinacionales privadas. Repitamos: la lucha real se libra entre lo grande y lo pequeño. A lo peor siempre ha ocurrido así pero ahora, con la globalización, se nota algo más.
Tan grande es el Estado como las multinacionales privadas
Con un mundo dividido entre neoconservadores (neocon) y neocomunistas (neocom) la única alternativa y esperanza de libertad está donde siempre: en Cristo.
Rumsfeld era un neocon, neoconservador. No sé si ateo, pero, en cualquier caso, su móvil era político. Era un hombre que dependía el capitalismo de la misma manera que los neocomunistas defienden la revolución pasando por las urnas, sólo mientras resulte estrictamente necesario y a ser posible una sola vez, mientras los neocapitalistas -también conocidos como neoliberales, aunque no es lo mismo capitalismo que liberalismo-, confunden la eficacia con la justicia y lo bueno con lo posible.
Con un mundo dividido entre neoconservadores (neocon) y neocomunistas (neocom) la única alternativa y esperanza de libertad está donde siempre: en Cristo
Ambos son amigos de lo grande y enemigos de lo pequeño... en política y en economía. Por contra, el Cristianismo no es amante de lo grande sino de lo menudo. La verdad siempre circula por canales estrechos.