Ha muerto el jesuita Ángel María Rojas. Su biografía la tienen aquí. Pero los que hemos conocido a este santo-sabio con alma de niño podemos aportar algo más allá de los datos. 

1.No gustaba en muchos ambientes eclesiásticos ni en su propia orden jesuita, donde tenía grandes amigos pero no en la cúpula española de la orden. El caso del padre Rojas recordaba aquello de que a pesar de su actual y pavorosa crisis el que tuvo retuvo, y los jesuitas tuvieron mucho, mucha capacidad evangelizadora. Dicho de otra forma: Rojas no dialogaba con la impostura.

2.Fue predicador y maestro de oración. Una de sus últimas afirmaciones: “En otras religiones los devotos buscan a sus dioses. El cristianismo es la única religión en la que Dios es quien toma la iniciativa: Él nos amó primero (1 Jn 4,19). O, traducido al argentino, tal como hace el también jesuita Francisco: “Dios nos primerea”.

3.Rojas recordaba una frase del Concilio Vaticano II: “Desde su mismo nacimiento, el hombre es invitado al diálogo con Dios”. Es decir, la oración mental, pero Rojas insistía en que se trataba de un diálogo, porque rezar es hablar con Dios, pero nos olvidamos de que en ese dialogo… ¡Dios contesta! 

4.Ahora bien: no es posible que el hombre conozca a Dios sin implicarse. Dios no pide algo, pide a alguien y lo pide todo. No exige un qué sino un quién... Dios es un liante.

5.Rojas era un verdadero sabio, un maestro de las sagradas escrituras y el mejor predicador que he conocido. No contaba la Biblia, la vivía. Y como todo sabio, poseía ironía y sólo había algo que podía desestabilizarle: la pedantería. Le gustaba recordar la frase de su fundador, Ignacio de Loyola: “no el mucho saber harta y satisface el ánima, más el sentir y gustar de las cosas internamente”.

Algo de todo el mejunje de lo anterior se recoge en el libro de muy reciente publicación, obra de Margarita de LlanoLa Inmaculada en el Reino Nuevo, la nueva obra sobre revelaciones de Cristo y de Santa María a la madrileña Margarita de Llano. Porque el predicador Ángel María Rojas, creador de Grupos de Oración, ha sido el director espiritual de una mujer que, con sus cuatro libros, ha definido con exactitud matemática el momento en que vivimos: la clave está en la Eucaristía. La clave de la Iglesia… y de la humanidad. 

Descanse en paz no, estoy seguro de que ya descansa en paz, quien consideraba a la muerte como una amiga, que iba a darle el paso hacia una vida mucho más divertida… aún.