Volver a Lewis. Segunda idea (II). El problema de quien tiene sentido de culpa es que suele ser culpable
"Uno no desea sentir picazón. Rascarse no es un placer sino sólo por comparación con el contexto. De igual modo, el resentimiento es placentero sólo como alivio de la humillación o como alternativa a la misma". Es nuevamente Clive Lewis (Cartas a Malcolm) en estado puro. Un ejemplo simple pero definitivo. Sólo su admirado Chesterton le superaba a la hora de utilizar paralelismos esclarecedores que dejaban claras las cuestiones más abstrusas.
Lo que nos lleva a una conclusión muy clara: ¿Quién nos ha dicho que el pecado es placer? ¿Quién nos ha dicho que la virtud es aburrida? ¿Quién nos ha dicho que el infierno es más alegre que el Cielo? El infierno es el mayor de los horrores y al Cielo solo van los hedonistas.
Otra idea de Cartas a Malcolm. Esta vez sobre el sentido de culpa. Por sencilla y primaria, genial: el cristianismo es acusado de difundir un feroz y castrante sentimiento de culpa. La respuesta no es negar tal aseveración sino afirmarla de forma más rotunda. Claro: como que el hombre que se siente culpable, en un 99,9% de las veces es realmente culpable. Lewis es mucho más fino, más británico, que yo. Él lo explica así: "He hablado con algunas personas que se sentían culpables cuando realmente debían sentirse así". ¿Qué le pasa al ser humano que no posee sentido de culpa? Que se convierte en una bestia incapaz de mejorar. En tantas ocasiones, lo que esconde el sentimiento -sincero y necesario- de culpa es el hartazgo que sentimos a lo mismo de siempre, a las reglas inmutables o a la liturgia permanente con la que elevamos nuestro corazón hacia lo luminoso desde hace siglos. Como si todo lo antiguo fuera sinónimo de falsedad y artificio.
La novedad solo tiene sentido como entretenimiento, pero no vamos a la Iglesia a que nos entretengan
Benedicto XVI respondía a esta crítica a la liturgia, que es también crítica al Magisterio y a los mandamientos, con las siguientes palabras: "la liturgia no es innovación, sino repetición solemne".
No, Lewis, buen psicólogo porque era buen escritor, no porque hubiera estudiado psicología, recurre a una de sus críticas más demoledoras a los pastores anglicanos (recordemos que se convirtió al anglicanismo pero nunca dio el paso definitivo hacia Roma) empeñados en hacer una liturgia más llevable rechazada por los fieles. "La mayoría tiene una buena razón para su conservadurismo. La novedad, como tal novedad, solo puede tener un valor de entretenimiento y la mayoría no van a la Iglesia para que se les entretenga".
Eulogio López
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