- ¿Inquietante para quién? Para una sociedad con superávit de información y déficit de formación.
- La creación es el salto de la nada a la existencia.
- Sea a la existencia de una piedra, a la de un homínido o la tecnología avanzada: de la nada al ser.
- No comprender esto supone un considerable problema cultural.
- Las cosas se explican fácilmente unas por otras: lo difícil es explicar que haya cosas.
- Dios crea, el hombre sólo transforma.
Así titula el diario
La Razón su editorial del viernes: "La
vida artificial, un hito científico inquietante". ¿Inquietante para quién? Sólo para esta generación de superávit informativo y
déficit formativo. Lo que se dice un muy inquietante déficit de formación. Mismamente, en el catecismo.
El empeño cientifista en confundir creación con el paso de la materia inorgánica a la orgánica me recuerda la falta, y muy anticientífica (les brindo esta vía de ataque a los aspirantes a intelectuales agnóstico) confusión que el pueblo de la Biblia exhibía entre sangre y vida. Verbigracia,
como la sangre era la vida, la sangre no se podía comer.
Yo no como sangre porque no me gusta salvo como jugo natural de un buen chuletón, pero lo cierto es que
la vida humana era mucho más que la sangre del hombre.
Pues ahora lo mismo: ¡hemos conseguido crear en laboratorio un tercio de los cromosomas que integra la levadura! ¡Aaaaaaaah! ¡Somos dioses! ¡Creamos vida! ¡Vida artificial creada por la nada artificial ser humano!
Para entendernos:
la creación es el salto de la nada a la existencia. Sea la existencia de una piedra o la de un homínido o de tecnología avanzada: de la nada al ser. Los
científicos-dioses de la levadura han cogido un algo material y lo han convertido en otro algo inmaterial. Pero recuerden el primer axioma:
las cosas se explican fácilmente, unas por otras: lo difícil es explicar que haya cosas. O sea, ¿por qué existe algo, cualquier cosa, sea inorgánico, poco creativo, o sea orgánico, que por propia naturaleza tiende a la procreación?
Dios crea, el hombre sólo transforma. Es decir, Dios, que es la existencia misma (esto para los necios que preguntan quién creó a Dios)
es el único ser al que se le puede aplicar el verbo crear y el concepto, tan de moda, de creatividad.
En definitiva, los científicos no han creado vida artificial: han convertido
materia inorgánica en otra orgánica y una cosa pequeña en otra más grande. Comprendo que esto suena más pedestre que lo de crea vida pero lo cierto es eso:
que no han creado nada. Han trasformado, han producido… que es lo propio del hombre. Y les felicito por ello.
Por cierto, tan inquietante invento sobre el hombre-dios que crea vida artificial nos la llevan contando desde hace demasiado tiempo.
Es titular repetido cada tres meses y cada tres meses, al parecer, igualmente inquietante. Yo mismo no voy a poder dormir esta noche.
Lo verdaderamente inquietante es la falta de
formación filosófica primaria. Ojo, y de formación científica, porque desconocer los límites de la ciencia -reducida hoy en su nomenclatura a la ciencia empírica- es una forma de ignorancia científica. Probablemente la primera de todas.
Repitan conmigo:
crear no es explicar cómo una cosa pequeña se hace grande. Eso está chupado. Crear
es el salto de la nada al ser. Como de la nada no sale nada, la única explicación posible es pensar en un ser que sea, él mismo, la existencia. A ese ser es al que, no la Biblia, que también, sino Aristóteles, llamaba Dios.
Eulogio López
eulogio@hispanidad.com