• ¿Que no hay confusión tras la primera parte del Sínodo? Pregunten si los divorciados pueden comulgar.
  • Si 9 de cada 10 no responden que sí, me callo.
  • Gran éxito de la primera parte de la magna reunión: no se ha tocado lo fundamental del matrimonio. Todo un avance pastoral.
  • Conclusión: lo mejor que puede pasar con la segunda parte del Sínodo es que no pase nada.
  Decíamos ayer que a medida que llega la segunda parte (que es al más interesante) del Sínodo de la familia la confusión va a en aumento. Una confusión muy democrática, que no hace acepción de personas: afecta a la jerarquía y a la grey. Ejemplo, el arzobispo de Madrid, monseñor Carlos Osoro, nos advierte que el revuelo sobre el Sínodo ha suscitado miedo en algunos pero que "para resolver ciertas cosas hay que conocer la verdad" (Alfa y Omega). No, monseñor, lo que asusta (y yo pertenezco, lo confieso, al grupo de los aterrados por el Sínodo) no es la verdad, sino precisamente, la manipulación de la verdad, es decir, la mentira. Continúa monseñor Osoro: "En esos momentos, cuando todos estábamos mirando a ver si hay que comulgar o no se ha hecho una reforma pastoral impresionante". Hombre, monseñor, lo de ir a comulgar o no, no parece una cuestión baladí, tiene cierta enjundia. El catecismo se ocupa de ello y marca las normas para recibir la eucaristía sin tragarse su propia condenación. Por ejemplo, hacerlo en gracia de Dios. Por el contrario, la reforma de "una profundidad pastoral impresionante", es decir, el motu proprio de la nulidad exprés puede calificarse como de cualquier cosa menos de profunda. Se trata de una reforma procesal, por tanto, una reforma de forma, que no de fondo, por tanto, atinada o no, no puede ser profunda. Nada dice de nuevo sobre el matrimonio: lo que dice es que los procesos de nulidad deben acelerarse. En las mismas páginas del semanario Alfa y Omega se recogen unas declaraciones de monseñor Luis Blázquez (en la imagen), presidente de la Conferencia Episcopal Española (CEE). Asegura el obispo de Valladolid que en el Sínodo (primera parte, que no es la más interesante) no se dijo nada "contra lo fundamental del matrimonio". Hombre, don Luis, no está mal. Esto me recuerda aquella pregunta periodística, muchos años atrás, sobre la actuación de los nadadores españoles en unas olimpiadas. La respuesta resultó tranquilizadora: "No se ha ahogado ninguno". Bueno, monseñor, y si no se dice nada sobre lo fundamental del matrimonio, ¿por qué se convoca un Sínodo? ¿No hubiera sido mejor ahorrarse el dinero de la organización y dárselo a los pobres? (esto es lo que se llama una cita de autoridad). Además, el obispo Blázquez asegura que, en la primera parte del Sínodo, sí que hubo "acentos distintos. Hubo quien subrayó la verdad, la indisolubilidad, y otros la atención a la persona, la misericordia". Ingenuo de mí que por un momento pensé que se trataba de aunar ambas cosas, verdad y misericordia, el credo y el padrenuestro como partes complementarias y no contradictorias. Nunca llegaré a obispo. A pesar de todo, hay quien asegura que no se puede hablar de confusión doctrinal alrededor de Sínodo de la familia. A esos les reto a que hagan una encuesta sobre el particular. Pregunten ustedes a quienes les rodean si ahora los divorciados y vueltos a arrejuntar pueden comulgar Si 9 de cada 10 encuestados no le responden que sí, que eso ha cambiado y pueden comulgar, entonces me callo. Conclusión: lo mejor que puede pasar con la segunda parte del Sínodo es que no pase nada. Quizás, que no haya resolución final y que el Papa Francisco no promulgue nada salido de tan selecta reunión. Que todo termine con un agradecimiento sentido hacia el esfuerzo realizado -esfuerzo profundo, sin duda- y convocar otro Sínodo para finales de siglo. Sobre todo porque recuerden que el catolicismo del siglo XXI vive pendiente de dos cuestiones clave: el amor a la Eucaristía y la labor de Santa María como corredentora en esta etapa fin de ciclo. Para mí que no conviene negar ninguna de las dos. Salvo que se quiera precipitar los acontecimientos, claro está. En ese caso me callo. Eulogio López eulogio@hispanidad.com