- Si queremos que los musulmanes nos respeten empecemos por respetarnos a nosotros mismos: no despreciemos nuestros principios.
- Occidente no es hijo del bikini, sino de Cristo.
- Y sí: el islam es una cultura muy inferior a la cristiana, además de un credo falso.
- Esto no es una ofensa. Es una realidad. Lo cual no significa que haya que despreciar a los musulmanes.
- Pero tampoco hay que despreciar a la verdad.
El Constitucional alemán dice que la niñas musulmanas deben practicar natación, es decir, ponerse en bañador. Si se creen que con eso van a respetar al país que les ha acogido, van de cráneo.
Además,
Occidente no nació del bikini, nació del cristianismo.
Lo que hay que hacer es
obligar a los musulmanes a respetar a Cristo, no a respetar el bikini.
Que es también respetar los símbolos navideños. Por ejemplo,
un árbol de Navidad. Por ejemplo,
un mercadillo navideño.
Pero, ¿cómo van a respetar a la
Iglesia si ni los españoles (y todos los occidentales) la respetamos? ¿Cómo obligar a los musulmanes a respetar el Día del Señor, cuando nosotros los dedicamos a la compra? ¿Cómo enseñarles que no tienen derecho a imponer, con dinero público, el no comer carne de cerdo cuando nosotros no vivimos ni el ayuno ni la abstinencia en Cuaresma? ¿Cómo enseñarles a respetar el nacimiento de Cristo, cuando nosotros hemos convertido la Navidad en la fiesta del consumo en lugar de la fiesta del cumpleaños de Cristo?
Y tampoco se trata de establecer equidistancias. Una cosa es respetar la fe islámica y otra mentir. Cuando un político árabe pidió permiso a
Vladimir Putin para instalar una mezquita en Moscú, el presidente ruso le respondió que con mucho gusto lo permitiría si pudiera instalar una iglesia ortodoxa en su país. El árabe respondió:
-No, no puedo permitir que se construya una iglesia falsa.
-Pues lo mismo pienso yo del islam, que es falso -respondió Putin.
Al islámico, hay que obligarle a respetar al cristianismo y exigirle
reciprocidad.
Esto es no es una ofensa. Es una realidad. Lo cual no significa que haya que despreciar a los musulmanes.
Pero tampoco hay que despreciar a la verdad.
Pero el islam
es también una cultura inferior. El islam es una filosofía falsa e inferior a la cristiana, entre otras cosas porque se enraiza en un dogma falso. La demostración está en la
Alhambra granadina. Magnifico palacio, sólo que de yeso. Desde el antiguo reinó nazarí ha debido ser reconstruido una y otra vez porque se cae a pedazos. Y eso en Granada, tierra de mármol.
Pero el árabe sólo trabaja el yeso: su filosofía y su arquitectura no saben de honduras, sólo del
carpe diem: nunca crea obras perdurables, de hecho la filosofía musulmana puede definirse con el viejo refrán castellano:
después de mí, el diluvio.
Eulogio López
eulogio@hispanidad.com