- Pocas cosas como las apariciones de la Madre de Dios reflejan lo que está siendo el pontificado de Bergoglio.
- Un Papa que trata de salvar lo salvable… tras el desastre del Sínodo de la Familia.
- Y, sobre todo, trata de retrasar la explosión del Cisma que ya vive la Iglesia.
- Otrosí, mucho cuidado con intentar cambiar a Bergoglio por otra vía que no sea la de la oración por el Papa y por sus intenciones.
- No vaya a ser que la soberbia nos lleve al campo del Otro.
Contábamos ayer el viaje del delegado papal, obispo
Henryk Hoser (
en la imagen) a
Medjugorje. La verdad es que son millones de personas -por ejemplo, todas las que han visitado la aldea croata- las que creen en la veracidad de ese milagro diario, cotidiano, en que se ha convertido esta capital mundial de la confesión y de la conversión.
Por eso sorprende que el pueblo católico, la grey, esté con Medjugorje y algunos pastores, insisto, sólo algunos, se opongan con canónica violencia. Y lo más curioso es que la minoría que pretende silenciar y censurar a la
Madre de Dios en sus
manifestaciones ha ido ganando la batalla.
Los peregrinos han continuado acudiendo en masa a Medjugorje pero oficialmente la capital mundial de la confesión sigue en interdicto.
Y los lectores de Hispanidad se quejan de esta situación, alguno con palabras gruesas. Y parte de razón tienen.
Al final,
Francisco ha reconocido la sobrenaturalidad de Medjugorje con mucho retraso y de forma indirecta. Tiene en sus manos, desde hace más dos años, el informe definitivo de la Comisión creada al efecto por
Benedicto XVI; que luego pasó un curioso periplo por la Sagrada Congregación para la Doctrina de la Fe.
Es la viva imagen del Pontificado Bergoglio. Si no entendemos a este Papa es porque no entendemos que el
cisma ya está dentro de la
Iglesia y que Francisco trata de salvar lo salvable en esta etapa fin de ciclo.
En otras palabras: a mi me gustaría que el regalo de la Madre de Dios a los hombres llamado Medjugorje hubiera sido mejor aprovechado. Pero comprendo a un Papa que ejerce de
mártir censurado y que puede acabar en mártir sangriento.
Y mucho cuidado con intentar cambiar a Bergoglio por otra vía que no sea la de la oración por el Papa y por sus intenciones. No vaya a ser que la soberbia nos lleve a creer que le estamos haciendo un favor a la Iglesia y se la estamos haciendo al Otro.
Eulogio López
redaccion@hispanidad.com