Lo importante no es que Dios conozca el futuro sino que conoce el posible
- Si la obsesión por el pasado conduce a la nostalgia, el futuro conduce a algo peor: conduce a la locura.
El futuro es un niño en las rodillas de los dioses, pero aún más importante es que si Dios es el único que conoce el futuro también es el único que conoce el posible, esto es, lo que hubiera ocurrido si las cosas hubieran sido de otra forma, si el hombre libre hubiera actuado de otra manera. Por contra, el hombre juega a intentar controlar el futuro sin darse cuenta de que no puede hacerlo, dado que el futuro no es más que el hijo del presente, y que el presente es libre. Es decir, que su futuro depende lo que haga hoy y ahora. La tarea de Dios consiste en casar los distintos presentes de la libertad humana para tejer -bueno, ya estaba tejido antes del tiempo- ese futuro. De lo que se deduce que el hombre no puede predecir el futuro y que Dios no hace el futuro, sólo lo contempla. El lenguaje político y económico, pero, sobre todo el científico, está lleno de predicciones. De hecho, parece su objetivo principal. Una solemne pérdida de tiempo. Si la obsesión por el pasado conduce a la nostalgia, la obsesión por el futuro conduce a algo peor: conduce a la locura. Eulogio López eulogio@hispanidad.com