- Volver a aprender la penitencia.
- El perdón no sustituye a la justicia.
Lo dijo
Benedicto XVI, un 13 de mayo de 2010, en la explanada de Fátima y lo recoge el libro
Madre de Dios y Madre Nuestra, de Santiago Lanús (Ediciones San Román). Ahí va: "
En la sagrada escritura aparece con frecuencia que Dios está a la búsqueda de justos para salvar la ciudad de los hombres. Lo mismo hace aquí, en Fátima, cuando la Virgen pregunta (a los videntes):
¿Queréis ofreceros a Dios para soportar todos los sufrimientos que Él quiera mandaros, en acto de reparación por los pecados con los que Él es ofendido y de súplica por la conversión de los pecadores?".
Y para los amantes de buscar el origen de todos los males de la pérfida curia vaticana, que sepan que esto no empezó con las crónicas de
El Mundo y El País sobre el
Papa Francisco, sino con el propio
Benedicto XVI (
en la imagen) y me imagino que con el imperio de la herejía modernista, que comenzara a finales del XIX. Pues bien, digo que en el viaje de regreso de Fátima, el Papa Ratzinger, como en una continuación de su discurso en la explanada de Fátima, les dice esto a los periodistas: "En este tiempo ocurre algo realmente tremendo: que
la mayor persecución de la Iglesia no procede de los enemigos externos sino que nace del pecado en la Iglesia y que la Iglesia, por tanto, tiene una profunda necesidad de volver a aprender la penitencia, de aceptar la purificación, de aprender de una parte, el perdón, pero también la necesidad de justicia.
El perdón no sustituye a la justicia.
Volvemos así a la idea magnífica de
Juan Pablo II: "
no hay paz sin justicia, no hay justicia sin perdón" (yo siempre añado:
no puede haber perdón sin arrepentimiento). Y también volvemos a aquello que repetía el fundador del
Opus Dei, Sanjosemaría: "Los males de la Iglesia están dentro y arriba". Pero desde mucho antes que Francisco. Y es lógico: la corrupción de lo mejor es lo peor. Pero esto no es de ahora.
Lo de ahora es más grave y afecta a clérigos y laicos, porque el hombre… ha desatado un ciclo de muerte y terror que no consigue detener.
¿Se detendrá? Sí, pero con un elevado coste.
Eulogio López
eulogio@hispanidad.com