• Con la Eucaristía y con las apariciones marianas no se juega: esta es la cuestión
El Papa Francisco (en la imagen) tiene por delante dos decisiones importantes que empiezan a resultar urgentes: enmendar el desastre y la confusión creada por la primera parte del Sínodo de la Familia (octubre) y tomar una decisión sobre la verdad y falsedad de Medjugorje. El Sínodo es urgente porque se nos echa el tiempo encima y porque la clerecía progre ha conseguido confundir a toda la grey cristiana sobre el pequeño detalle de acceder al sacramento en gracia de Dios. Y también porque en esta vida se puede jugar con muchas cosas pero no con la Eucaristía. En cualquier caso, no es el Sínodo quien fija la doctrina sino el Papa. Es decir, que está obligado a deshacer mucho de lo ya hecho y ratificar la doctrina que, en materia esencial, no puede cambiar. Y como resulta que alguno de los clérigos más retorcidos, no necesariamente párrocos de aldea, están dispuestos a la herejía, la cosa pude acabar en cisma. La segunda es la sobrenaturalidad o la estafa (¿Cabe una postura intermedia?) de las apariciones marianas de Medjugorje. El informe de la Comisión vaticana -favorable a la sobrenaturalidad, según mis fuentes- duerme el sueño de los justos en un rincón de la Sagrada Congregación para la Doctrina de la Fe. Preguntado por ello durante el viaje de vuelta de Sarajevo, Francisco aseguró que la Congregación iba a estudiarlo. Pues ya es hora. Pero, en cualquier caso, el que tiene que decidir ambas cuestiones es Francisco. Sólo él. Insisto: con la Eucaristía no se juega, con las apariciones marianas, tampoco. Eulogio López eulogio@hispanidad.com