- Moscú apunta a la familia Erdogan como beneficiaria de la financiación de los terroristas.
- Y hay razones para pensar que no se trata de una acusación vana.
- Ankara monopoliza la Cumbre de la OTAN
- Lo cierto es que el fundamentalista Erdogan se aprovecha de la NATO para su política.
- Y la organización parece tan desorientada como la UE.
- Los equilibrios de Margallo: intenta contar con Al-Asad pero siempre temeroso de EEUU.
Moscú acusa al presidente turco,
Recep T. Erdogan y a su familia de beneficiarse de la venta del petróleo procedente del
Estado Islámico, la primera fuente de financiación del grupo terrorista. Puede ser cierto o falso pero lo que sí es seguro es que no sabemos quién compra el petróleo del que se alimenta el DAESH para sus fechorías y sus salvajadas.
¿Quién lo compra? ¿Arabia? ¿Qatar? El país por donde más fácil sería sacar ese crudo es la
fronteriza Turquía. Y
Rusia sabe de lo que habla: desde que comenzara a intervenir directamente en Siria, uno de sus principales objetivos han sido los camiones cargados de petróleo.
En la misma dirección, ya resulta sospechoso que el miembro de la OTAN de nombre Erdogan, haya dedicado todo su esfuerzo a combatir -sean kurdos, sirios o rusos- a quienes combaten al Estado Islámico y al Qaeda en Siria.
No sólo Siria, sino también Irán, enfrentada al sunismo radical del EI,
anda a la greña con Turquía y lo señalan, no ya como enemigo del Estado Islámico sino como aliado.
Para ello, durante la Cumbre de la OTAN se ha puesto de manifiesto la falta de criterio de la organización. Desde que Turquía impone sus criterios,
con el apoyo de un Barack Obama obsesionado con Moscú, en el seno de la alianza, la NATO anda falta de criterio, desunida y desorientada,
trufada por el islamismo turco, tan ajeno a la Europa cristiana como lo puede ser el brahmanismo indio. Al final,
Vladimir Putin se ha convertido en la esperanza del Occidente cristiano. Puede ser cruel y poco clemente, pero al menos, como buen eslavo, tiene las ideas claras y deja los principios en su sitio. Es decir, justo lo contrario de
Barack Obama y los líderes occidentales que unen relativismo y confunden el medio con la clemencia.
Y no es de extrañar que Rusia se oponga a la entrada de nuevos miembros en la OTAN, aunque se trate de Montenegro. Porque la OTAN, en lugar de mirar hacia los enemigos de Occidente cristiano,
repele a la cristiana Rusia y acepta al fundamentalista islámico Erdogan. Por ahora, son 29 contra uno, todos contra Rusia. Valiente ejercicio de estupidez.
Y de esa confusión en una OTAN, que ha dejado de ser lo que dicen sus siglas (Atlántico norte, donde no se encuentra Turquía), surge una España medrosa. Así, en la misma Cumbre de la OTAN, el ministro
García Margallo ha insistido en una buena idea: la de que hay que ir con Al-Asad para logar la paz en Siria. Es decir, contradice la obcecación de
Barack Obama, cuya altanería no ha decrecido a pesar de todos sus errores y sus horrores en el mundo islámico.
Y así, vemos a un
Margallo que hasta cuando acierta (hay que contar con Al-Asad) lo hace con la boca pequeña: hombre contemos con él en una primera etapa pero no en una segunda. Oiga, Margallo, ¿y por qué iba a aceptar tal cosa Al-Asad?
Y el ministro insiste: es necesario que se vaya para conseguir una "Siria laica". ¿Laica, Margallo? Pero si con el musulmán Al-Asad en el poder en Damasco ningún cristiano tenía problemas para practicar su religión…
No hombre no, el
fanatismo religioso no está en el ejército de Al-Asad sino en los rebeldes a
Al-Asad que Occidente ha patrocinado y que son quienes han masacrado a los cristianos sirios e iraquíes.
Es la paradoja del siglo XXI: la vieja Rusia, soviética,
propagadora de errores y sangre a partes igual durante 75 años, se ha convertido hoy en la esperanza del Occidente cristiano y libre. Y es que
Rusia puede no haber mejorado mucho, pero Europa y Estados Unidos han empeorado claramente.
Eulogio López
eulogio@hispanidad.com