Jornada de las comunicaciones sociales: ¡Viva el periodismo subjetivo!
Es decir, hablamos de comunicación social, esto es de información y de propaganda. Por eso se hace público el mensaje el día de San Francisco Sales, el obispo de Ginebra que se dedicó a lanzar hojas voladeras, un especie de miniperiódico de la época en Ginebra y alrededores. Había que luchar contra el bueno de Lutero, que lo fastidió todo, y el obispo de Ginebra descubrió que para un público general, cuatro ideas bien expresadas en una hoja eran más valiosos que aquellos códices-ladrillo que casi nadie leía. Desde entonces ha llovido mucho, y ahora resulta que hemos llegado, siglo XXI, hasta la dicotomía entre rigor y verdad, como eje sobre el que gravita el periodismo en la era de internet. Empecemos por el final: a los periodistas se nos pide rigor, cuando deberíamos pedirles verdad.
Ya saben que en Hispanidad no buscamos el rigor sino la verdad. Que no, que no es lo mismo. Es más, el rigor se ha convertido en los medios de comunicación social en la cortina que esconde la verdad. Por eso no me preocupa una frase literal, muy rigurosa y tan engañosa que siempre aparece sacada de contexto. Lo que me preocupan son las ideas, no concretas en palabras que emanan de un documento o una reunión. Es como para echarse a temblar.
Ejemplo: la señora Cospedal acaba de exhalar en la Convención del PP que la defensa de la familia y la maternidad está en la esencia del PP. Lo riguroso consiste en que el periodista reproduzca esas palabra tal cual le llegan desde el servicio de propaganda (perdón, comunicación) del PP. Pero como se trata de una grandísima mentira, como explicábamos el pasado viernes, con motivo de los proyectos del yea presentado por ese otro gran amigo de la familia, que es Alfonso Alonso, lo necesario es contar la verdad, aunque siempre te estarán acusando de no actuar como notario de la actualidad, periodismo riguroso que es, sin duda, el más querido por el poder: si los periodistas nos atenemos al rigor nadie se enterará de sus enjuagues. No, la verdad sólo se comunica mediante la subjetividad, la ecuanimidad y la rectitud de intención. No mediante el rigor.
Con el periodismo riguroso, los poderosos se encuentran muy a gusto. De hecho, es lo que se conoce como periodismo domesticado.
Eulogio López
eulogio@hispanidad.com