• La ley dice que el sexo es algo entre un hombre y una mujer: puro fascismo.
  • Total, sólo porque ha sido así desde Adán y Eva.
  • La norma del gobernador Phil Bryant no hace otra cosa que tutelar y respetar la objeción de conciencia.
  • De públicos y de privados.
  • Desconfíen siempre del que gana dinero en una cuestión de conciencia.
  • De quien lo pierde por coherencia, no hay por qué sospechar ninguna intención oculta.
  • ¡Viva Misisipi, viva la libertad y viva la coherencia!
El rasgado de vestiduras progre ha comenzado en Misisipi (abreviando letras) y se ha extendido por todo el país. Y es que el perfidísimo gobernador, ultramontano fascista y reaccionario ha hecho una ley de libertad religiosa que asegura que el sexo es algo que existe entre hombre y mujer y a ser posible varón y hembra comprometidos entre ellos y con la procreación de la raza humana. ¡Qué escándalo! No, si ahora, en pleno siglo XXI, vamos a volver, ¡qué horror!, a la naturaleza, a la ley natural y a lo que ha regido a la humanidad desde Adán y Eva hasta el momento presente. ¡Pura intolerancia! ¿Y qué ha hecho el canalla de Phil Bryant (en la imagen), gobernador de Misisipi para merecer el título de 'homófobo de año'? Pues ha promulgado la objeción de conciencia en dos frentes: funcionarios públicos y negocios privados. Ejemplo: un funcionario que no cree en el homomonio no tendrá que firmar un registro de casados entre dos señoras o dos señoras. Pero los contrayentes podrán irse al juzgado más cercano o a un notario... o a un funcionario. ¿Quién obliga a quién? El Tribunal Supremo norteamericano nos ha ofendido a todos los que creemos que matrimonio es el compromiso y la donación de un hombre a una mujer y viceversa... y encima su dictamen afecta a todo Estados Unidos. Y respecto a los privados. El dueño de un hotel (recuerden lo que pasó en España con el progre pepero Gallardón y el restaurante La Favorita que se negó a organizar un banquete de boda gay) puede negarse, gracias a la ley de Misisipi, a albergar a dos homosexuales en su establecimiento. No le hará gracia, porque perderá el dinero de un cliente, lo hace por coherencia con sus ideas. En cualquier caso, el que se acoja a la norma de Phil no va a ganar dinero, va a perderlo. Y los homosexuales pueden irse  cualquier otro hotel o a cualquiera que les preste el mismo servicio sin problemas. La gran mayoría, no lo duden. Que la gente flaquea en sus principios cuando hay dinero a la vista. No sospechen nunca de las razones por las que actúa un hombre cuando con ello pierde dinero; sospechen cuando lo gana. Así que ¡viva el tío Phil! ¡Viva Misisipi! ¡Viva la libertad y viva la coherencia! Eulogio López eulogio@hispanidad.com