- A la prensa progre le importa un bledo los rohingya. Lo que quieren es sacudir a su Papa, al pontífice católico.
- El Papa ha dicho lo que tenía que decir cuando lo tenía que decir.
- Quizás, lo que se le puede criticar al Pontífice es haber hecho demasiado caso a los rohingya perseguido frente a los cristianos perseguidos.
- Pero esa es otra historia y tampoco es del todo cierta.
- Sobre todo, porque ni musulmanes ni hinduistas y budistas son capaces de asimilar que el misterio de la existencia se resume en dos palabras: perdón y gracias.
Van como van y pasa lo que pasa, aseguraba Forges. Actualicemos la sentencia:
vamos como vamos y nos pasa lo que nos pasa. Mismamente… lo que nos tenía que pasar.
Es sabido, en todo el orbe católico y parte del extranjero, que
las ruedas de prensa del Papa Francisco en los aviones de vuelta de los viajes -quizás por el mal de altura- se convierten en actividades de alto riesgo. Ahora bien, creo que aún no hemos ponderado, con el debido rigor, que existe un riesgo colateral, quizás principal, que no radica en quien responde sino en quien pregunta. Porque hasta podría ser -no me atrevo ni a pensarlo- que
sólo una respuesta insuficiente puede servir ante una pregunta impertinente.
Ocurrió en el viaje de vuelta del
Papa Francisco. Rueda de prensa en las alturas.
Una periodista, casualmente española, lanza una pregunta-reproche a Francisco: ¿por qué no nombró a los rohingya en Birmania? Francisco asegura que defendió a los Rohingya en Roma y en Bangladesh…
-Pero no en Myanmar… -replica la impertinente reportera.
Porque claro,
a la chica le importa un bledo los Rohingya. Lo que pretendía la colega era afear a Francisco una presunta cobardía. Es decir, que la reportera no defendía a los musulmanes perseguidos, sino al Papa.
Yo creo que
los papas no deben ceder en su defensa de su libertad de expresión, pues sus dos únicas armas son la gracia de Dios, que no es suya, y la palabra, que sí lo es.
A la prensa progre le importan un bledo los rohingya. Lo que quieren es sacudir a su Papa,
al pontífice católico.
El Papa Francisco simplemente ha dicho lo que tenía que decir cuando lo tenía que decir sobre la persecución de los rohignya.
Les ha pedido perdón porque los birmanos, que no son cristianos, no estaban dispuestos a hacerlo. Sobre todo, porque ni musulmanes ni hinduistas y budistas son capaces de asimilar que el misterio de la existencia se resume en dos palabras:
perdón y gracias.
Quizás, lo que se le puede criticar al Pontífice es haber hecho demasiado caso a los rohingya, perseguido frente a los cristianos perseguidos.
Pero esa es otra historia y tampoco es del todo cierta.
Y como decía el gran
Chesterton: cuando oigan que algo es demasiado bueno y demasiado malo, demasiado cierto y demasiado falso y, sobre todo, cuando todo el mundo arremete contra el delantero y contra el balón, antes contra quien lo dice y no contra lo que dice… no lo duden,
se encuentran frente a algo cierto, bueno, valioso y digno de toda admiración.
Eulogio López
eulogio@hispanidad.com