- Los eslovenos ya han votado dos veces en referéndum contra el gaymonio.
- Pero los políticos, erre que erre.
- Y como siempre ocurre en los referendos, un sí vale más que diez noes, porque no hay marcha atrás.
- Este es el gran divorcio: entre los mandatarios, casi todos ellos, políticamente correctos, y el pueblo a quien dicen servir.
- A partir de ahí cualquier tiranía es posible.
-
"En materia de moral, preguntad al pueblo".
La cosa es sencilla.
Eslovenia, el primer país en desgajarse de la antigua Yugoslavia comunista del mariscal Tito, sometió a referéndum el
homomonio en 2012. Los políticos querían el matrimonio gay con derecho a adopción de niños (¡Jo!) pero el pueblo dijo no. Prefería la familia natural formada por hombre y mujer.
Más de lo mismo. Los políticos insisten con una nueva ley en 2015… y
otra vez la someten a referéndum y otra vez lo pierden.
El referéndum -si no pregúntenle a Artur Más- se considera la forma más perfecta de democracia. Pero cuando se utiliza de forma espuria se convierte en una gran estafa. Por ejemplo, cinco 'noes' al
gaymonio no valen nada ante un sí. Si los homosexualistas consiguieran incorporar el gaymonio a la legislación no se apuren, no habrá marcha atrás, no habrá otro referéndum.
Políticamente lo más grave es que el divorcio -el
gran divorcio- entre el pueblo y su clase política. Ésta se rige por lo políticamente correcto, aquél no, pero, a la postre, se le hace pasar por el aro.
O como decía Chesterton: "En materia de moral, preguntad al pueblo". En efecto, tiene más sentido común que todos los políticos juntos.
Eulogio López
eulogio@hispanidad.com