- Todo lo que toca Tele 5-Cuatro se convierte en basura.
- El pérfido vicepresidente y la buena bruja.
Me he negado a ver el nuevo programa de
Tele 5, o la nueva versión del mismo programa,
Un Tiempo Nuevo. Me ha bastado con los adelantos de promoción emitidos en Tele 5-Cuatro. En una aparece
Rodrigo Rato quien, según la ecuánime conductora presentadora "
veranea en urbanizaciones de lujo", ajeno al barullo político que ha creado con su entrevista con
Fernández Díaz (una verdadera chorrada). Y para certificar la veracidad de Cuatro, en Tele 5 aparece el ex vicepresidente montado en una vespa, con ganas, no me extraña, de atropellar al cámara de
Paolo Vasile y Silvio Berlusconi.
Al tiempo, se nos anuncia que el programa -ya iniciado- contará con una eximia réplica: la alcaldesa de Madrid,
Manuela Carmena, una verdadera bruja de la política española. Y entonces el tono cambia, la reportera de turno sufre una hemorragia de placer cuando nos cuenta cómo "
la mismísima alcaldesa de Madrid nos abre las puertas del ayuntamiento". Hombre no, señora, se trata de la verja de la calle Alcalá donde se sitúan los 'munipas'. Da lo mismo: ¡cuánto honor!
Al final, en un alarde de ecuanimidad periodística, la misma que con Rodrigo Rato, sólo que al revés, nuestra rendida reportera exhala, presa de la emoción: "
Le haría un millón de preguntas más". A lo que doña Manuela, que todavía posee cierto del ridículo, asegura que ya habrá otras ocasiones.
La pregunta es: ¿Por qué todo lo que toca
Tele 5-Cuatro se convierte en
telebasura? A lo mejor es porque vivimos en el tiempo de la telemierda, pero lo grave es que la televisión se ha convertido en uno de los grandes problemas nacionales: frivoliza los conceptos, manipula los hechos, todo lo convierte en superficial y prescindible. Es como una realidad virtual, un matrix paralelo que nos hace vivir en la superficialidad o en la vileza. A veces, en ambas cosas.
En España tenemos un problema con la televisión. Por ahora, sólo se me ocurre una solución: apagar el aparato. Pero es una solución triste.
Eulogio López
eulogio@hispanidad.com