• Claro que la Iglesia permite la separación en casos extremos. De siempre. Lo que no permite es el divorcio.
  • En plata, lo que la Iglesia no permite es dejar a la parienta para liarse con una-otra. Ese no puede comulgar.
Sínodo de la Familia, segunda parte, dedicado a enmendar el desastre de la primera. Desastre de la confusión porque tras finalizar esa parte muchos cristianos están convencidos de que, por ejemplo, los divorciados y vueltos a casar ya pueden comulgar. En definitiva, están convencidos de que el sacrilegio es posible. En este ambiente se malinterpreta todo. Por ejemplo, el diario ABC, poco sospechoso de izquierdismo radical, recoge las palabras de Francisco "A veces la separación es incluso moralmente necesaria". A continuación, el sesudo editorialista del muy monárquico periódico concluye: "el Vaticano renueva y actualiza su doctrina social en plenos preparativos del Sínodo de la Familia". A ver, príncipe, el Vaticano no renueva ni actualiza nada, ni nada tiene que ver esto con el Sínodo de la Familia, segunda parte del encuentro (esperemos que sólo tenga dos). La doctrina es la que es y nadie puede cambiar. Además, ¿qué tendrá que ver el divorcio con la doctrina social de la Iglesia (DSI)? En cualquier caso, Francisco no renueva la doctrina porque la doctrina cristiana no puede cambiar. La Iglesia siempre ha defendido que, en determinadas ocasiones, la separación de hecho no sólo es aceptable sino conveniente. Pero eso no significa, ABC, que la Iglesia defienda el divorcio o ruptura del vínculo, ni que la separación permita -en román paladino- liarse con un segundo o una segunda. Eulogio López eulogio@hispanidad.com