Se precipitan los tiempos, los últimos tiempos. Por eso se busca el sincretismo. Es decir, la religión de qué, en lugar del quién. 

Vaya por delante que puede tratarse de los defectos propios de una crónica. Pero este es el resumen periodístico de la conversación entre la canciller alemana Angela Merkel y el Papa Francisco (en la imagen): "se habló de la pobreza y el hambre de la trata de seres humanos, los derechos de las mujeres, los retos de la salud global y el cuidado del medio ambiente". Incluso hubo tiempo para "hablar de la libertad religiosa en algunas partes del mundo y de la importancia de los valores espirituales para la cohesión social".

Hasta aquí, estamos en pleno lenguaje Nuevo Orden Mundial (NOM), es decir, sincretismo, esa religión del qué, donde no hay quién, desvaída, tolerante, aguada: una señal cierta de fin de ciclo, un anuncio inequívoco de la gran tribulación, previa la segunda venida de Cristo (que no que no me he vuelto loco: los cristianos lo rezamos cada día, en el Credo).

Más: "valores espirituales para la cohesión social". ¿Y eso qué es? La ópera tiene un lenguaje muy elevado, muy espiritual. De hecho, espiritual es todo aquello que no es material, la mera abstracción, aunque sea la simplona abstracción matemática. Ahora bien, en esa reclamación de valores espirituales, ¿dónde estaba Cristo? Ni se menciona. Y recuerden lo que sí recordaba Benedicto XVI: el cristianismo no es un qué, es un quién.

Los valores espirituales. Oigo mucho hablar de valores y de valores cristianos ahora bien, el único valor del cristianismo es Cristo. Porque, en efecto, si ese fue el fuero y el huevo del encuentro entre la canciller alemán y el Papa de Roma: ¿dónde estaba Cristo, único valor cristiano?

En cualquier caso, no se precisan valores espirituales para lograr la cohesión social: se necesita cohesión social para que el individuo valore lo espiritual.

¿Libertad religiosa en algunas zonas del mundo? No hombre no: libertad religiosa para los cristianos, que son los perseguidos un 90% de las veces, y no en algunas zonas, sino en toda la zonas: en Oriente y en le sur, persecución sangrienta; en Occidente, persecución silenciosa. Si eres un católico consecuente estás perdido: no triunfarás y será apartado de cualquier cargo de relevancia o influencia.

Merkel y Francisco hablaron de luchar contra la pobreza y la trata de personas. Hombre, sí, pero seguramente en eso estará de acuerdo hasta Podemos. Hablaron de igualdad de las mujeres, que siempre hace bonito, pero no de igualdad para los niños. De esta manera se obviaba el desagradable asunto del aborto… donde no todos estamos de acuerdo.

¿Salud Global? Pero chico, si ese es el lenguaje favorito del NOM y de los Objetivos del Milenio. Lo utilizan para meternos de rondón la salud reproductiva, es decir, el aborto.

En cualquier caso, Merkel dejó su donativo en el Vaticano para "los pobres de Francisco" y se marchó tan contenta, con la satisfacción del deber cumplido.

A mí este sincretismo del siglo XXI me recuerda la queja de Cristo a los católicos practicantes de misa dominical pero nada más: "¿Vienes a cantar a quien te has olvidado de saludar?".

Eulogio López

eulogio@hispanidad.com