La pasada semana, cuatro personas murieron casi en el acto y otras siete quedaron en estado crítico, en Palma de Mallorca, al derrumbarse una terraza por exceso de peso. La terraza donde había gente que bailaba, se precipitó sobre el restaurante de la planta baja, donde había turistas y todos acabaron en la planta sótano. 

Un desastre pero, de inmediato, al mismo tiempo que se socorría a las víctimas, surgía la búsqueda del culpable. ¿No sería mejor buscar la causa para que esta tragedia no se vuelva a repetir? ¿Qué ganamos encontrando al culpable del derrumbamiento? ¿Acaso podemos devolverles la vida a quienes la perdieron? 

Sí, podemos conseguir un escarmiento, pero llegará tarde y probablemente no servirá para mucho. Y hablo de un hecho grave y, como todo en esta vida, evitable: cuatro muertos y siete heridos muy graves, es para pensárselo.

Pero insisto, hallar al culpable sirve de poco. Es una tendencia en España que, ante cualquier desgracia, exigimos, a ser posible a gritos, que se encuentre, procese, y condene al culpable, siendo que la causa próxima en materia de accidentes casi nunca resulta inequívoca. Hay que buscar al culpable, es de justicia, pero lo primero no es buscar la culpa, sino la causa. Y me temo que esa no es la tendencia vigente en España, donde más que la justicia, pareciera que lo primero es buscar la venganza.