Sr. Director:
El 24 de julio celebramos el Día de Santiago, Patrón de España. Civilmente, se festejó por todo lo alto en Galicia, en cuya catedral se veneran sus despojos mortales. El nombre de Compostela viene de la luz que iluminó los restos del Apóstol ( año 813), en un campo gallego. Con el tiempo, dio lugar al famoso “Camino de Santiago”, que ha hecho de Santiago un centro de peregrinaciones a nivel mundial. En 1122, el papa Calixto II estableció que el “Año Santo Compostelano” o Xacobeo se celebrase cuando el 25 de julio cayese en domingo. A causa de las restricciones el año pasado por la pandemia el Papa Francisco dispuso también como Año Santo el 2022.
El Apóstol Santiago fue declarado Patrón de España en el siglo XVII; pero desde el siglo IX ya era considerado su Patrón. La presencia de la Casa Real en esta festividad data de los tiempos de Felipe IV ( año 1643). No se entiende muy bien que esta fiesta se celebre civilmente sólo en cuatro Comunidades Autónomas: siendo Santiago el Patrón de España, ¿no debería ser su fiesta una de las más importantes en todo el territorio español?
Santiago el Mayor fue uno de los doce Apóstoles del Señor, su pariente y amigo íntimo, que estuvo presente en la Transfiguración y en la Oración del Huerto junto con su hermano Juan y San Pedro. Vino a España a predicar, y, estando en Zaragoza, se le apareció la Virgen en carne mortal sobre una columna de mármol a orillas del Ebro. Lo animó y predijo que «permanecerá este sitio hasta el fin de los tiempos para que la virtud de Dios obre portentos y maravillas por mi intercesión con aquellos que en sus necesidades imploren mi patrocinio». Evoco el conocido “milagro del Cojo de Calanda” y el de las bombas que lanzaron en plena Guerra Civil sobre El Pilar y no explotaron por milagro de la Virgen.
Interesantes estas palabras de Felipe VI el lunes 25 en la Ofrenda al Apóstol: “Cuando el horror de la guerra reaparece en el Viejo Continente, debemos reivindicar unidos los valores cívicos, culturales y espirituales del Camino de Santiago”. Muy oportunas – también- las del Arzobispo, don Julíán Barrio, en su Homilía: «El respeto por la dignidad de la persona desde su concepción hasta la muerte natural ha de ser la norma inspiradora del auténtico progreso social, económico, cultural y científico … Los cristianos hemos de afrontar los retos de la historia… viviendo la fe sin complejos ni disfraces…, superando tanta indiferencia».