Sr. Director:
Empecé a ver las noticias en TVE-1 y, en las entradillas o titulares, sale la vicepresidenta, Sra. Carmen Calvo, pidiendo que todos los partidos políticos arrimen el hombro. Pensé: ¿qué habrá pasado? Alguna catástrofe, algún peligro para la nación.
Luego en la noticia en sí, en un acto del partido, no hizo más que hablar del dialogo con Cataluña, de la Constitución y su defensa, y de los guapos y estupendos que eran ellos. Y me dije: ¡válgame Dios! O sea que a nuestro “presi” se le ocurre desde el extranjero insinuar que hay que respetar la Ley o habrá 155. Y como los secesionistas, separatistas y demás especímenes le contestan que se sienten sorprendidos, después del buen rollito, y que no renuncian a lo suyo; e insinúan que a partir de la próxima semana se la van a armar, sale la “vice” pidiendo socorro. Bueno, no pidiendo, más bien exigiendo. Lo digo por el tono y la forma. Aunque ya sabemos que de humildad estos de la PSOE, hablan mucho, pero no la conocen, sobre todo teniendo en cuenta su superioridad moral.
Veamos, Sra. Calvo: ustedes ahora piden lo que nunca han dado, aunque en alguna ocasión lo pareciera. Después de dejar la Nación hecha un erial en lo económico, en lo social, y en su dignidad como nación; acuérdese de aquello de “el concepto de nación es discutido y discutible”; de no arrimar el hombro para sacar a la nación de la postración en que la dejaron; de poner todos los palos en la rueda al Gobierno que les sustituyó y se encontró con el marrón; ahora vienen exigiendo que lo arrimen los otros. ¿Quiénes? ¿PP y Ciudadanos? Porque no creo que sean otros.
Ustedes, que cuando el PP aplicó el 155, aunque podía haberlo hecho solo, prefirió con buen sentido político llegar a un acuerdo con su partido y con Ciudadanos, le pusieron condiciones que aceptó y cumplió: como no tocar TV3 y aplicarlo condicionado a unas prontas elecciones en Cataluña.
Ustedes, que en vez de actuar con sentido de estado pensando primero en España; con un gobierno estable, los presupuestos aprobados, lo de Cataluña bastante encarrilado ya que no había que insinuarles nada; Ustedes, digo, aprovechan la metedura de pata de Ciudadanos, retirándole el respaldo, por una sentencia que no sentenciaba más que una falta administrativa; van y montan una moción de censura destructiva apoyándose en aquellos de los cuales ahora piden se les defienda.
Verá, no soy ni seré militante o afiliado a ningún partido político; lo cual me ha permitido votar a quien he creído mejor en cada momento y de forma independiente, diferenciando cada votación: municipal, autonómica y nacional. He igualmente al Congreso o al Senado.
Si fuera o tuviera influencia en el PP, que es partido mayoritario, tanto en el Congreso como en el Senado, atendería su petición. ¡Cómo no! España está por encima de todo. Pero para empezar, tenía que ser una petición -no una exigencia- clara y pública y dejando muy patente para qué la quiere. Desde luego no para un diálogo con quien no quiere dialogar. Sí para poner las cosas en su sitio en beneficio de Cataluña y de nuestros compatriotas catalanes, y por supuesto de España. A un hijo malcriado, no se le educa dándole caprichos y aquello que sabemos le puede hacer daño y como consecuencia a todos los que con el convivan.
Por otro lado, la ayuda sería condicionada:
1. A la primera manifestación de palabra o, de hecho, del Gobierno de la Generalidad de Cataluña, o su Asamblea Legislativa promoviendo o alentando la independencia de la Región Autónoma a su cargo: requerimiento por parte del Gobierno de que sean retiradas las palabras y reprobados los hechos de forma pública y notoria. Con exigencia de que prometan defender y hacer defender la Constitución.
2. Si así no lo hiciesen, petición al Senado para la aprobación de las medidas a aplicar en la ejecución del artículo 155 de nuestra Constitución.
Entre esas medidas estarían entre otras:
a) La aplicación de art. 155 tendría una duración no inferior a cuatro años. El equivalente a una legislatura.
b) La intervención sería a todos los niveles incluidos los de la comunicación pública, educación, fuerzas de seguridad, justicia y servicios sociales
b) La Asamblea Legislativa catalana funcionaría como se estableció en las anteriores medidas contempladas cuando se aplicó el 155 en octubre de 2017.
3º La petición sería realizada por el Gobierno y respaldada por los dos tercios de ambas cámaras Congreso y Senado. Dado que el PSOE, el PP y Ciudadanos tienen los suficientes Diputados y Senadores no se tendría problemas para su aprobación. Se pueden unir cualesquiera partidos de ambas cámaras.
4º Tendría este acuerdo carácter de Pacto de Estado Singular y Excepcional, dado que se signa ante el ataque a la seguridad del Reino de España y a su unidad como nación. En consecuencia, el compromiso de los partidos políticos incluiría el mantenimiento de esta excepcionalidad durante el periodo detallado de cuatro años mínimos, independientemente de cuál sea la composición del Gobierno de España, y el partido que esté al frente del mismo, que se haría cargo del gobierno en Cataluña.
Bien Sra. Calvo, los primeros que tienen que arrimar el hombro a España son ustedes. Aquí tiene una idea de solución. Y no es drástica. Simplemente es sustituir el gobierno, en una autonomía que no ha sabido gobernarse, de forma temporal. Le recuerdo que para aplicar el 155, no tienen los que gobiernan la autonomía que llegar a cometer ningún delito expreso. Léaselo en interprételo de forma literal, que para eso se escribió así. ¡Claro que para ello hace falta leer y hablar correctamente el español!
Creo que sería el principio para empezar a hacer las cosas como una democracia madura. Y si ustedes no están de acuerdo, o no se sienten capacitados para llevarlo a cabo, o su ambición es mayor que su amor a su nación, solo quedan dos soluciones:
a) Convocar elecciones Generales. Sin erigirse ustedes en dictaminar si nos convienen o no a los españoles.
b) Aplicar el Art. 102, al presidente y a su Gobierno por atentar contra la seguridad del Estado, al dejar que un gobierno autónomo amenace con la secesión de una parte de España. Las palabras de un gobernante no pueden tomarse en vano. Sobre todo, teniendo en cuenta que son reincidentes.