Sr. Director:
Menudo titular, muchos dirán ¿Quién es este “perturbao”? Pero no estoy “perturbao”, hoy cumplo 48 años, perdón, ha sido un baile de números, son 84. En el Evangelio dice Jesús a los judíos que querían apedrear a la mujer adúltera: “El que esté libre de pecado que tiré la primera piedra.” Los preferidos de Cristo eran y son los pecadores, y de eso le acusaban los judíos, de que comía con publicanos y pecadores.
Por tanto, todos somos pecadores y por eso murió Cristo clavado en la Cruz, para liberarnos de la esclavitud del pecado y de la muerte eterna. Pero aunque pequemos y nos remuerda nuestra conciencia, sabemos que Cristo, si nos arrepentimos siempre nos perdona, y dejó el remedio para obtener el perdón y la paz: el Sacramento del Perdón. Y como dice San Pablo: “Donde abundó el pecado sobreabundó la Gracia”.
No hace tanto tiempo esto en Occidente, cuna del Cristianismo, era la doctrina que imperaba, pero inexplicablemente eso ha desaparecido; las naciones cristianas con el voto de sus ciudadanos que la mayoría se declara católico, ha ido estableciendo unas leyes perversas, inicuas, anticristianas y del pecado ya ni se habla, simplemente ha desaparecido. Por tanto, al perderse el sentido del pecado todo vale. Pero miremos a Cristo clavado en la Cruz; hemos hecho inútil su dolorosísima Pasión y Muerte, ¿y esto va a quedar impune? Los que hemos permanecido fieles aún contando con nuestros pecados, hemos acudido al Sacramente del Perdón y a recibir la participación en la Vida Divina, de la cual el culmen es la Divina Eucaristía, no hemos perdido la paz ni tememos al virus ni a los poderosos de este mundo. Los que por el motivo que sea abandonaron aquellas prácticas piadosas pueden volver a sentir paz y gozo en su corazón, solamente tienen que reconocer su extravío y pedir perdón, Cristo les espera con los brazos abiertos clavado en la Cruz. Si continuamos con nuestro extravío después de tantas pruebas del Amor de Dios por el hombre, el pecado pasará su factura. No se puede pecar impunemente.