La conversión de San Pablo
Sr. Director:
Celebró la Iglesia católica le festividad de la Conversión de San Pablo, el genio más grande de la civilización Occidental. Nadie como Pablo de Tarso lucho y sufrió tanta hasta el martirio para implantar el cristianismo en un mundo herido de muerte por la violencia y el paganismo. De fanático perseguidor contra los discípulos de Cristo, después de su conversión en el camino de Damasco, Pablo se transformó por la Gracia de Cristo en su más fiel y entusiasta apóstol. Cuando Pablo examina su vida, distingue claramente dos etapas: el tiempo que vivió sin Cristo y contra Cristo y el tiempo que vivó para Cristo y en Cristo.
Todo sucedió Camino de Damasco, cuando iba a detener a los cristianos que habían emigrado a Siria para huir de la persecución de Jerusalén. Pablo era el más celoso de los perseguidores, porque pensaban que los nazarenos eran traidores a la ley judía, proclamando como Mesías a un crucificado resucitado, aquello era una locura que minaba su seguridad de farisea intolerante y radical.
Cuando con más furia persecutoria cabalgaba, sucedió lo inusitado: un brillo en el cielo deslumbrante lo cegó y lo derribo de su cabalgadura sin violencia, porque oyó una vez amable y lamentable que le decía: Pablo, Pablo, porque me persigues. La repuesta de Pablo: “Señor, quién eres”; la respuesta que Pablo escuchó cambió su vida: Yo soy Jesús, a quien tú persigues. Entonces brotó en él como una fuente de luz en la cual reconoció la magnificencia de Dios que se manifestaba en la cara de Cristo. La luz de la fe había nacido en él. Esa que extendería por el Imperio Romano y que cambiaría la historia.
La crítica racionalista e incrédula que sólo admite sus prejuicios y su ignorancia, inventa toda clase fábulas psicológicas y mentales para no admitir que Jesucristo se le apareció y transformó a San Pablo en el camino de Damasco, como el mismo confiesa con humildad. El propio testimonio de San Pablo ridiculiza todas las invenciones psicológicas y psiquiátricas sobre la conversión del perseguidor, quien no se cansa de repetir por activa y por pasiva que su conversión fue solo obra de Dios, como revelación del Cristo Resucitado; él no conoció al Jesús de la historia, sino al Cristo de la Fe que es el mismo, a quien se entregó totalmente hasta derramar la sangre.