Descansar en el Señor, levantarse con Jesús y María, y ser una voz profética" son los tres aspectos que señaló el Papa Francisco para defender el don de la familia.
Puso en guardia contra la colonización ideológica que amenaza a la familia y recordó al Beato Pablo VI, que "en un momento donde se le proponía el problema del crecimiento de la población tuvo la valentía de defender la apertura a la vida de la familia".
Haciendo hincapié en el primero de los tres aspectos, que subrayó del pasaje evangélico -descansar en el Señor, levantarse con Jesús y María, y ser una voz profética- el Papa reiteró la importancia del descanso de nuestra mente y cuerpo así como también es "esencial para nuestra salud espiritual", descansar en la oración y rezar en familia, para escuchar la voz de Dios y entender lo que él nos pide.
José fue elegido por Dios para ser el padre putativo de Jesús y el esposo de María. Como cristianos, también nosotros estamos llamados, al igual que José, a construir un hogar para Jesús. A prepararle un hogar en sus corazones, sus familias, en sus parroquias y comunidades.
Alentando a las familias a "crecer con Jesús y María", el Obispo de Roma destacó el segundo aspecto: "al igual que san José, una vez que hemos oído la voz de Dios, debemos despertar, levantarnos y actuar (cf. Rm 13,11). La fe no nos aleja del mundo, sino que nos introduce más profundamente en él. Cada uno de nosotros tiene un papel especial que desempeñar en la preparación de la venida del reino de Dios a nuestro mundo".
Así como el don de la sagrada Familia fue confiado a san José, así a nosotros se nos ha confiado el don de la familia y su lugar en el plan de Dios, que nos llama a reconocer los peligros que amenazan a nuestras familias para protegerlas de cualquier daño, podemos añadir que las dificultades y amenazas que hoy pesan sobre la vida familiar son muchas. Como los sufrimientos causados por los desastres naturales; la situación económica que separa a las familias con la emigración y los problemas financieros que gravan sobre muchos hogares.
Pero también las demasiadas personas que viven en pobreza extrema y otras, en cambio, atrapadas por el materialismo y un estilo de vida que destruye la vida familiar y las más elementales exigencias de la moral cristiana.
Sin olvidar "el creciente intento, por parte de algunos, de redefinir la institución misma del matrimonio, guiados por el relativismo, la cultura de lo efímero, la falta de apertura a la vida". Estas son palabras del Papa Francisco
Juan García