Sr. Director:

Con respecto a la “vacuna contra el Covid-19,  la sociedad está dividida. Numerosas manifestaciones en Francia, Italia, Australia, Las Palmas, Valencia, Madrid …, transmitidas por las redes sociale. Opiniones para todos los gustos. Llaman la atención, estas de un sacerdote que ha publicado en Twitter, recogidas en Infovaticana, 29-11-2030:

Expresa Infovaticana: “Ya saben que el Papa ha abogado, durante estos meses de pandemia, por la vacunación contra el coronavirus; de hecho, en el Estado del que es jefe, es prácticamente obligatorio inocularse alguna de las vacunas contra el covid si quieres seguir trabajando y el Pontífice ha descrito el hecho de vacunarse como un «acto de amor».

Sin embargo, parece que no todos en la Iglesia católica son de la misma opinión. El último caso lo hemos podido ver en las últimas horas en las redes sociales: un sacerdote de Madrid, Jesús Silva, que cuenta con miles de seguidores, explicaba en Twitter por qué había decidido no vacunarse".

 Sus argumentos:

«Razones por las que no me vacuno (por orden de importancia).

– Se desconocen con exactitud los componentes de los viales y su repercusión en el organismo.

– Se desconocen los efectos secundarios a medio y largo plazo.

– A corto plazo presentan efectos secundarios (trombos, muertes repentinas, abortos) cuyo riesgo no compensa a alguien de mi rango de edad.

– La implicación de la industria BifPharma y su interés en la extensión de estos viales resulta sospechosa por sus repercusiones económicas.

– Los que buscan una reducción de la población mundial son los mayores promotores de la vacuna, lo cual resulta sospechoso.

– Estos filántropos tienen además la mayor parte de las acciones económicaa de todas las grandes farmacéuticas que producen los viales.

– Tengo anticuerpos de larga duración, que sería lo ideal para toda la población si se dejase curso libre al virus, con medicamentos atenuantes de los síntomas y protegiendo a los más vulnerables (enfermos y ancianos); por esto, no puedo contagiarme ni contagiar.

– El mero hecho del intento de imposición directa o indirecta de una vacuna experimental en un Estado de Derecho supone una vulneración de la libertad.

– El trato discriminatorio hacia los no vacunados supone una vejación hacia la igualdad y la dignidad.

– La eliminación sistemática de las redes de todos los estudios científicos que no concluyen lo mismo que los financiados por la industria BigPharma hacen aún más sospechosa toda esta actuación mundial, y me inclina a pensar que no hay inocencia ni filantropía en este empeño.

– El enfrentamiento y el hostigamiento civil en ocasiones por parte de otros ciudadanos a que está llevando la discriminación hacia los no vacunados recuerda a los planes que buscan dividir a la sociedad para que sea más manejable (divide y vencerás, solve et coagula).

– El miedo a que se somete a la población con la pandemia y la existencia de no vacunados fomenta que los ciudadanos estén dispuestos a renunciar a su libertad en aras a la seguridad que les da un Estado cada vez más totalitario a nivel global.

– Hay serias dudas sobre si la vacunación de la población en base a algunas pequeñas partes del ARN del Covid puede provocar que éste mute tan rápido como lo está haciendo y aparezcan nuevas variantes que estén haciendo inválida la vacunación.

– La vacunación no exime de contagiarse y contagiar, y no hay datos claros sobre que realmente impida la gravedad al padecer de nuevo el virus.

– Muchas personas están muriendo por causas desconocidas; de las que conozco, todas vacunadas».

Tras exponer todas estas razones, el sacerdote madrileño dice que sólo pide «respeto y seriedad», e invita a se piensen bien todos los factores. «Se está etiquetando («negacionistas») a los que no queremos vacunarnos y se nos está acusando de ser unos criminales», señala.

«Tenemos nuestras razones (al menos yo), y al tener anticuerpos no puedo contagiar, por lo que no estoy siendo irresponsable. Tampoco la vacuna asegura nada, pues no hay estudios cien por cien fiables, por lo que aún no teniendo anticuerpos no me vacunaría», confiesa Silva.

El párroco invita a «pensar» y «respetar». «Los anti-vacunas no somos idiotas (al menos no todos). El tiempo dará la razón a quien la tenga. Entretanto hay mucha gente sufriendo y muriendo. Y no sabemos qué efectos tendrá esto a largo plazo», indica.

«Puede que sea peor el remedio que la enfermedad, aún es pronto para saberlo, pero hay motivos razonables para planteárselo y objetar a la vacuna. Restringir el acceso a determinados servicios a personas que han ejercido su derecho a la objeción es totalitario y antidemocrático», afirma el sacerdote.

La reflexión final de Siva yo la comparto totalmente: «Ánimo a todos y, sobre todo, estemos preparados por si la muerte nos sorprende hoy. Que parece que se nos ha olvidado que de algo se muere. Cuidemos nuestros cuerpos, pero ante todo cuidemos nuestras almas. Y respetemos a los demás. Siempre».