Sr. Director:
Los pobres no son personas externas a la comunidad, sino hermanos con los que compartir el sufrimiento para aliviar su malestar y marginación, para devolverles la dignidad perdida y asegurarles la necesaria inclusión social.
Tenemos muchos ejemplos de santos que han hecho del compartir con los pobres su proyecto de vida. De entre los muchos que nos vienen a la cabeza, el Papa destaca al padre Damián de Molokai, apóstol de los leprosos. Él, como tantos otros, siguen siendo faro para nuestra vida, llamada a darse de forma particular a los pobres.
Los creyentes, cuando queremos ver y palpar a Jesús en persona, sabemos a dónde dirigirnos, porque los pobres son sacramento de Cristo, representan su persona y remiten a Él. La conversión implica abrir nuestro corazón para reconocer las múltiples expresiones de la pobreza. No podemos esperar a que llamen a nuestra puerta, es urgente que vayamos a su encuentro allí donde estén, y que seamos así miembros de la Iglesia siempre misionera, con un estilo de vida coherente con la fe que profesamos.