Sr. Director: En diferentes informaciones periodísticas sobre las pasadas celebraciones del Orgullo Gay en Madrid, se ofrecía -incluso con antelación a que se produjesen- el impresionante dato de «más de un millón y medio de participantes», sin cuestionamiento alguno. Y esta aparente aceptación de tan fantástica cifra choca con lo que sucede respecto a otras grandes concentraciones, cuando es la propia organización la que ofrece un número tan elevado de asistentes, siendo habitual que se cuestionen sus cifras, incluso por la Policía, descendiéndose a comprobaciones detalladas como el número de personas por metro cuadrado, distancias entre unos y otros manifestantes, etcétera. Pero esto no sucede con las fiestas del Orgullo Gay. Recuerdo que hace unos años, no demasiados, cuando comenzaban a darse estas fiestas, al pasar por una plaza de Sevilla me encontré con un escenario donde se estaba celebrando una de ellas. Como ya entonces me parecía que se inflaba el dato de los asistentes, discretamente contabilicé su número: unas cincuenta personas, no más. Pues bien, aunque en los aledaños de aquel lugar era visible la presencia de Policía Local, en las noticias del día siguiente, esa misma Policía Local ofrecía el número de 500 participantes. Por alguna extraña operación matemática, de la noche a la mañana los asistentes se habían multiplicado por diez. El porqué se hacía eso entonces, no podría asegurarlo. Pero si ahora se hace, me temo que pudiera ser porque atreverse a cuestionar los datos que ofrece la Organización, conlleva una velada acusación de homofobia que a nadie le gusta soportar. Miguel Ángel Loma Pérez