Sr. Director:
Que es también irracionalidad social. Es tanto el oprobio que sufrimos, pero también el que admitimos, que da vergüenza sentirse miembro de los moradores del planeta. Diría con Mafalda “que paren este mundo que me quiero bajar”.
Estamos en plenas elecciones de los EEUU, en las que parece que puede ganar Donald Trump, persona, sin duda extravagante, pero con una ideología moral marcadamente distinta a la de su oponente Joe Biden. Trump apuesta por un respeto sin fisuras a los derechos humanos, especialmente al principal de ellos, el derecho a la vida. Pues bien, ni los informadores, ni los comentaristas, ni él mismo destaca estos principios básicos para la convivencia humana. Todo lo demás sí importa, menos el respeto a la vida de las personas. Justo lo que busca el espeluznante NOM.
Al pronunciarme de esta forma debo esperar que la bazofia de la sociedad que integra la ultra izquierda, empezará a intentar desacreditarme llamándome fascista, ultracatólico, casposo, provocador, etc. Calificativos que, procediendo de quienes proceden, son elogios.
Cierto que en España estamos gobernados por un niñato indecente que no respeta ninguno de los valores que pudiéramos tener, ni el aprecio a la vida, ni a las libertades, ni a la separación de poderes, ni a la privacidad de las personas, ni a una enseñanza de calidad, ni a nada que pueda ser bueno para los ciudadanos. Otros gobernantes anteriores nos impusieron también el desprecio a la vida, como Zapatero con el aborto; pero luego vino Rajoy y aplaudió aquel atropello. Y la gente calla; y la Iglesia protesta en voz baja, para que no se le oiga mucho.