Sr. Director:
Me parece una mezcla curiosa e inadecuada la de vincular el cristianismo a un partido político, sea cual sea. Y precisamente por la laicidad conviene separar la acción política de un partido en concreto con el cristianismo, como me parecería confuso que lo hiciera otro partido. Laicidad, por supuesto, no es antirreligión, pero sí separación de ámbitos.
La fe, la doctrina cristiana, es muy útil para la vida política, pero al partir de una visión “progresista” o “reaccionaria” del Evangelio ya de entrada parece una mezcolanza innecesaria, arriesgada. El cristianismo, sobre todo a través de la doctrina social de la Iglesia, ofrece pautas para todos los católicos, que ojalá se asimilen, pero respetando el pluralismo político y sin que nadie pretenda apropiarse ni ser el portador de las “esencias” cristianas.
En efecto, el Evangelio no es de izquierdas ni de derechas, pero ¿por qué quieren colorearlo políticamente? No sé, tal vez es que se acercan elecciones, al menos las autonómicas y municipales en mayo próximo, y algunos buscan votos por todas partes.