Médicos denuncian la "estafa" del coronavirus
Sr. Director:
Después de largos meses del confinamiento, luego de mascarillas, se nos podría “caer el alma a los pies” al conocer el dicho del director general de la OMS, Tedros Adhanom, sobre la pandemia: “No hay solución y quizás nunca la haya”. Esas palabras en boca del hombre al que Taiwán y Estados Unidos acusaron de encubrimiento a los chinos ( RL), acierta cuando dice que frenar los brotes depende del respeto de las medidas de salud pública. Se ha especulado mucho sobre el virus. Dice Li-Meng, la viróloga china huída a Estados Unidos, que ella cuenta con "pruebas sólidas" para demostrar que el coronavirus "no procede de la naturaleza" ('Lude News'). Provenga de donde provenga, unos lo consideran un castigo divino por nuestros abusos contra la ley natural y universal, mientras que otros afirman que Dios no castiga, como si ignoraran la Palabra inmutable de Dios en la Biblia. Se repite en los Salmos que “Dios es misericordioso, lento a la ira y rico en piedad” (Salmo 86:15); pero es justo, y de Él nadie se ríe. A Santa Faustina Kowalska, Jesús Misericordioso le dijo claro: “el que no quiera pasar por la puerta de la Misericordia, tendrá que entrar por la puerta de mi Justicia” (Diario 1146). A mí, una cosa me da mucha confianza: el poder de la oración. Estoy segura de que si de verdad oramos con profunda humildad, confianza y arrepentimiento, Dios tendrá compasión del mundo y la pandemia desaparecerá pronto.