Sr. Director:
La elección, el pasado mes de enero, de la eurodiputada maltesa Roberta Metsola como presidenta del parlamento europeo, con los votos de populares, socialistas y liberales, ha levantado algunas polémicas absurdas pero significativas. En un momento en el que se está reconfigurando el papel de Europa en el escenario internacional, y en el que es necesario reforzar las garantías de la unidad del proyecto, sorprende que lo que preocupa a ciertos sectores de la izquierda política y mediática sea que Metsola es una política defensora de la vida, que ha manifestado públicamente su oposición al aborto.
Pienso que demonizar a un político por su defensa razonada de unos valores que no encajan en los esquemas mentales de algunos, es un verdadero cáncer para la democracia. No es incompatible, sino todo lo contrario, ser progresista, defender los derechos y la igualdad de la mujer y estar en contra del aborto. Roberta Metsola representa a una nueva generación europea que, como señalaba en su primer discurso como presidenta, va a apostar a fondo por un proyecto reformista de Europa en el que la defensa de los derechos fundamentales y de las minorías sea una prioridad, así como la integración frente a quienes quieren levantar barreras.