Sr. Director:

¡Precaución! ¡Cuidado! ¡Distánciate! ¡Que ese que tienes ahí cerca te puede contaminar! Las colas en los supermercados, con distancias de dos metros, mostraban unas personas frías y distantes. Es lo que hemos estado viviendo durante más de tres meses. Suena a lo contrario de cualquier planteamiento cristiano, a cualquier consejo de un buen padre, de un eficaz maestro. Es duro, es inconcebible que pueda encontrarse escrito en letras de molde o en cartel luminoso. Pensamos que solo podría encontrarse semejante imprecación en un muro lleno de pintadas absurdas, sucias, desagradables.

Pero esas palabras, con caracteres muy claros y coloridos está -o ha estado- en los carteles luminosos de las calles, especialmente de las ciuadades. Uno podría haber pensado que le estaban diciendo: ¡vete de aquí! Y hubiera mirado alrededor a ver si alguien podría hacerle daño, o si un policía le iba a poner una multa por permanecer allí mirando.

Nos hemos acostumbrado estos días a ver policías por todos los lados para impedirnos estar. No para evitar que robáramos o que hiciéramos botellón o que pegáramos a un viejecito. No, la policía estaba allí para preguntarnos por qué estábamos o qué permiso teníamos para estar. Esto ya se ha pasado. Por ahora, dicen los expertos pesimistas.