Es preocupante que uno de cada cinco padres alemanes se arrepienta de haber tenido descendencia. Pero más si cabe por las razones: al creciente declive demográfico de Alemania -una constante en casi todos los países europeos- se une el otro creciente: el egoísmo. Son los datos de la encuesta realizada por el Instituto YouGov, que ponen negro sobre blanco en ese escenario tan tenebroso. Hablamos de un país rico, en el que están entrando ingentes cantidades de emigrantes (sobre todo de otra procedencia cultural, la islámica, de difícil integración social) y que también sufre un invierno demográfico de narices. Son, en concreto, el 19% de las madres alemanas y el 20% de los padres los que preferirían no haber tenido hijos. Son datos preocupantes, básicamente, por las razones que apuntan al vacío de sentido de trascendencia que sufre toda Europa (intrínsecamente unido a la pérdida de las raíces cristianas). Eso y no otra cosa miden que cuenten más las razones de promoción personal (sobre todo laborales, aunque también la alergia al sacrificio que supone) y no otras, de más calado, como el magno proyecto que supone la creación de una familia o que los niños son un regalo del Cielo. Sorprende también de la encuesta que uno de los motivos de insatisfacción sea la falta de incentivos a la natalidad del Gobierno, cuando Alemania es, precisamente uno de los países más generosos en este aspecto. El contraste con España, por ejemplo, es clamoroso: aquí, las ayudas brillan por su ausencia. Hispanidad redaccion@hispanidad.com
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11/12/24 18:08