Aunque lo parezca, el cambio climático no es la nueva religión de Occidente, sólo es el último mantra de lo ambientalmente correcto, que es otra cosa, ¿verdad? Ante la Cumbre sobre el cambio climático de París nos hemos vuelto sólo un poquito más majaderos con la angustia climática y algo más jetas. Porque ante el cambio climático la solución primera no deberían ser las renovables- de poca potencia y muy caras- sino la energía nuclear: intensiva, que contribuye al cambio climático y que garantiza el suministro a cualquier nivel. Y además barata, tras la energía hidroeléctrica, la más barata de todas. No digamos nada con la fusión nuclear, que es para lo que todos deberíamos estar trabajando. ¿Y las renovables? Necesitamos mucha energía verde para cubrir la demanda pero, sobre todo, el problema de la energía ecológica es que sólo ha servido para un puñado de listillos (en España, la Triple A: ACS, Acciona y Abengoa, es decir, Florentino Pérez y los March, los Entrecanales y los Benjumea) se forren a costa de todos los ciudadanos. En resumen, la energía verde es carísima. Además, es fácil decirle a la gente que la luz le debe llegar vía plantas solares. A la gente, con tal de que llegue… Al final, esa obsesión por ir justos en la producción de energía tiene una matriz ideológico: el odio a los seres humanos, la obsesión por reducir el número de personas sobre el planeta. Hispanidad redaccion@hispanidad.com