A la estrella del Barça, Neymar da Silva Santos Júnior, presuntísimo defraudador a Hacienda, no le esperaban a la Puerta de la Audiencia Nacional manifestantes insultones como a cualquier político, como al exvicepresidente, y decepcionante, Rodrigo Rato, por ejemplo. Es más, el galáctico culé entró firmando autógrafos, con su chulería habitual y jugando con el móvil, que es la actividad intelectual más profunda alcanzada por el muchacho. Y ante el Tribunal dijo que se enteró por la prensa de lo que no había pagado y que la culpa la tenían otros. Pues mire usted, como instrumento de enriquecimiento ilícito, a Neymar se le acusa de haber defraudado cantidades muy superiores a las de cualquier político imputado -ahora investigado- por corrupción. Y esos acusados no tuvieron la desfachatez de asegurar que se enteraron por la prensa. Pero como el uno es futbolista tiene bula, los políticos no la tienen y se solicita a gritos su fusilamiento. Tenemos que revisar nuestros modelos: ni políticos ni estrellas del fútbol, sólo gente honrada. Hispanidad redaccion@hispanidad.com