El oro sólo sirve como limitador del gran mal económico de nuestro tiempo: la emisión de dinero, causa y raíz de la actual crisis económica que amenaza con convertirse en definitiva. Al contrario, que el precio del oro se dispare no es nada bueno aunque se trate de explicar por la debilidad del dólar. Refleja desconfianza respecto al futuro cuando no algo peor: desesperación. Y no resulta muy cristiano: nada más tonto que el acaparamiento de oro. Tío Gilito nunca constituyó un ejemplo de virtudes cristianas. Hispanidad redaccion@hispanidad.com