Desahucio de Blackstone. Bueno, de una de las filiales en España de este agresivo y especulativo fondo anglosajón.

Desahucio de una familia que pagaba una vivienda pública en alquiler y que al ser comprada por Blackstone subió el alquiler y el inquilino fue desahuciado porque no podía pagar.

Lo habitual. Los fondos cogen lo que nadie quiere a precio de saldo. El sector púbico no cumple con su deber de intentar cobrar lo que le deben propietarios o inquilinos de vivienda. La banca tampoco, así que lo que hacen es transferir los impagos a estos fondos buitre, a precio de risa. Es como si les quemara en las manos. A los fondos no les quema porque, si no se tienen escrúpulos, se saca más de lo que nadie quiere que de lo que todos anhelan.

Todo esto no quita para que siga siendo un deber moral el pagar las deudas. Si te comprometes a pagar un alquiler o firmas una hipoteca, tienes que pagar el arriendo o la cuota. Y si no, debes estar dispuesto a devolver el bien impagado sin poner trabas. Es lo que ordena el séptimo mandamiento: pagar las deudas.

Ahora bien, la irrupción de estos fondos modifica la cuestión. Simplemente son leguleyos y usureros que se dedican a buscarle las vueltas para extorsionar al consumidor. Ahora bien, si el deudor tiene un compromiso con el acreedor, también existe el compromiso opuesto. Prohibir o limitar dar el pase de una deuda a un tercero, a un fondo (un poquito cabrón) a lo mejor también podría estudiarse

Lo que está claro es que hay que parar a los fondos, al lado de los cuales los bancos clásicos resultan misioneras de la caridad.

Hispanidad

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