Cuando el grajo vuela bajo… y el Opus se vuelve fino-fino-bizantino
Viviréis para contemplar cómo se derrumban las antiguas columnas. No, no es una voz profética porque es la mía. Ocurre que hoy me he vuelto fino, fino, como parece haberles ocurrido a algunos expertos teólogos y sesudos canónigos del Opus Dei. Ya saben, tiempos de confusión.
Hablamos de Miguel Ángel Ortiz, profesor de Derecho Matrimonial Canónico en la Universidad Pontificia de la Santa Cruz (en la imagen) que regenta y gobierna la Obra en Roma. Y hablamos a cuenta de la comunión de los divorciados y vueltos a casar. En entrevista con la revista Ecclesia, el experto Ortiz nos asegura que si alguien vive con la segunda señora no está descartado para comulgar. Ojo al dato: sólo tendría que discernir, con ayuda de su confesor, si realmente está en pecado.
Y esto es lo que me extraña porque si yo me lío con una jovencita mollar -por sus atributos intelectuales, naturalmente- la verdad es que no necesitaría consultar al confesor si transito por las brumas del pecado mortal. No sé cómo explicarles: que a lo peor me importaría un bledo lo que dijera el confesor y que no dudaría ni un segundo de mi 'empecatamiento'. Otra cosa es que dejara a la maciza… debido a sus atributos intelectuales, claro está.
Y esto lo dice, señoras y señores, un cátedro del Opus Dei. Y es que nos estamos volviendo todos tan finos, finos, que acabamos en bizantinos.
Vivimos entre 'groseen chorradem'. Oiga, si estoy con fulanita es porque fulanita me mola. Y si quiero comulgar tendré que dejar a fulanita por mucho que me mole… no hacer pasar por las sábanas de mi tálamo al confesor, que nada pinta en ese escenario. Porque esa es otra: ¿cuántos arrejuntados tienen confesor? Y si se trata de un buen confesor, ya le habrán dicho lo pertinente en el caso: "pájaro suelta a la pájara".
Cuando el grajo vuelva bajo hace un frío del carajo. Y cuando el Opus se vuelve fino acaba en bizantino, algo poco simple y, encima, un pelín hortera.
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