‘Lignum crucis’ no significa otra cosa que madera de la cruz, trocitos de la Cruz de Cristo, repartidos por toda la cristiandad, se supone que desde que el emperador romano de Oriente, Heraclio, se lo arrebató a los persas en el siglo séptimo, poco después del nacimiento de Mahoma.

La cruz de Cristo se astilló y despedazó en pequeñas reliquias. Una de ellas, de las de mayor tamaño y de las más documentadas, se encuentra en España, en tierras cántabras de los Picos de Europa, en el monasterio de Santo Toribio de Liébana.  

Y como toda devoción cristiana, la exaltación de la Santa Cruz también tiene su leyenda negra: si juntáramos todos los ‘lignum crucis’ venerados en el mundo a lo mejor daba para hacer muchas cruces, y no una sola. Por tanto, muchos de ellos son falsos.

La respuesta es: naturalmente que sí y no podía ser de otra forma, lo que no resta ni un adarme de veracidad a uno de los hechos históricos -cuando Dios entró en el tiempo y en la historia- más documentados, por tradición oral y por documentación historiográfica, que hayan sucedido en el mundo: la crucifixión de Cristo.

Un error de muchos católicos actuales: defender la racionalidad de la doctrina pero no la veracidad de los hechos en los que se basa… pero el evangelio es el libro mas documentado de la historia

Me sorprende a veces que muchos católicos bien formados renuncien a entrar en la pugna por la veracidad de los evangelios y se conformen con defender la racionalidad de la doctrina. Bien está esto sin omitir aquello. Porque, otro ejemplo, el Evangelio es el documento más antiguo de la historia de la humanidad con más copias y de fechas primeras, además de más uniforme y coherente, a pesar de las múltiples traducciones a los más diversos idiomas, ambientes y culturas.

Naturalmente, la veracidad del inicio de una devoción como la que celebramos hoy martes 14 de septiembre es de doctrina que no de hechos: el Dios hecho hombre se anonada, se deja clavar en una cruz para salvarnos. No voy a hablar de la redención, lo que nos llevaría muy lejos, pero sí de esa otra enseñanza que emana de la cruz y que explica tantos sucesos políticos, sociales y hasta económicos: lo del cristiano es morir, no matar. Y hay que tener más valor para morir que para matar.

O aquella otra, recordada por San José María de que “la alegría es un árbol que tiene sus raíces en forma de cruz”, un estilo de vida verdaderamente revolucionario y, además, ineludible. La cruz de Cristo es el único camino hacia la felicidad.

La cruz de Cristo es el único camino hacia la felicidad

Y todo esto viene a cuento de la obsesión contra las cruces que inunda Occidente. El Nuevo Orden Mundial (NOM), conocido aún como progresismo, está empeñado en retirar las cruces de los caminos, de todo lugar público, de terminar con la cruz de Cristo.

Por ejemplo, derribar la cruz del Valle de los Caídos, convertida por el sanchismo en símbolo del franquismo -¡que más hubiera querido Franco!- o la cantidad de cruces que se están retirando de la vía pública. Ahora bien, ni pueden ni deben... y jamás lo conseguirán.