Dicho de otra forma, lo importante no es que Cataluña se lleve más o menos por mucho que fastidie, y fastidia mucho, que 46 millones de españoles hayan tenido que estar pendientes de los cantamañanas de ERC -Puigcercós y cía- para llegar un acuerdo. Lo importante es que no habrá forma de bajar los impuestos en mucho tiempo, al menos si se quieren mantener algunas prestaciones públicas importantes.
El mejor acuerdo de financiación autonómica, en este momento, sería aquel que no se hubiese firmado nunca.
En tiempos de crisis no hay que firmar este tipo de acuerdos porque, sea quien sea el beneficiario, aumenta el gasto público, -siempre más que la inversión pública- y con él la deuda pública y la presión fiscal. Y resulta que en España ya se pagan muchos impuestos, muchas tasas y muchas sanciones.
Los políticos, centrales o periféricos deberían formar parte de las clases pasivas. Pasivas y confiscatorias, dados a derrochar el dinero porque siempre rebajan con el dinero de los demás, con nuestro dinero. No sabemos cuanto, porque la vicepresidenta segunda del Gobierno, Elena Salgado, se ha negado a informar de ello, pero sí sabemos que nos han vuelto a meter la mano en el bolsillo.
¿Qué logrará con este pacto el Gobierno? Pues unas imágenes positivas en televisión y los apoyos parlamentarios para mantenerse en Moncloa el mayor tiempo posible, que es de lo que se trata? Al mismo tiempo, los presidentes autonómicos, sean del PSOE o del PP, dispondrán de más dinero para pagar. Es decir, nuestro dinero.
¿Qué hubiera hecho un gobernante responsable en estos tiempos de crisis? Aplazar sine die la financiación autonómica.
Eulogio López
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