No hay nada más patético que escuchar a un responsable político afirmando tener la sensación de que "alguien jugaba con el Gobierno". Menos mal que el portavoz parlamentario del PP, Eduardo Zaplana, inmediatamente matiza que no se trataba de una "mano negra".
Conclusión: Zaplana no ha digerido la derrota electoral y está dispuesto a morir matando. Esto es lo que explica que el miércoles 5, Mariano Rajoy anunciase la petición de una comisión de investigación, rodeado de Ángel Acebes y Eduardo Zaplana. Todos afirman querer levantar las alfombras para que se conozca la verdad. Sobre todo, después de que el lunes 3 el propio Aznar entonara el "mea culpa". Sin embargo, probablemente ninguno ha calculado que la tradición parlamentaria española enseña que las comisiones de investigación siempre las pierde el partido en la oposición.
El PSOE, por supuesto, ha abierto la puerta en la que libremente se ha introducido el PP, mientras El País sigue desgranando el contenido de la investigación policial que asegura que las fuerzas de seguridad siguieron la pista islámica desde el primer momento, y que Acebes insistió en la tesis de ETA cuando ya existían los primeros indicios de la tesis islamista. Al margen del debate sobre la legalidad-moralidad-oportunidad de estas publicaciones, lo cierto es que esta información deja en muy mal lugar a un PP agotado y sin espíritu de victoria. Algunas fuentes aseguran que el Gobierno popular tenía previsto detener a la cúpula de ETA el viernes 12. Pasar de un éxito policial a un mazazo terrorista es algo todavía no digerido. Máxime si, como afirma el CIS, el coste electoral fue decisivo para abandonar los predios del poder.