Lo decía el cronista de Hispanidad: el Congreso del PSOE madrileño ha servido para sacar al ZP: un canalla resentido, un repugnante miserable y un tirano disfrazado de diálogo y talante, empeñado en asesinar a niños no nacidos, porque, al parecer, 100.000 bebés abortados al año no le parecen suficientes.

Y hay que ser muy hipócrita para calificar toda esta grandísima porquería como un derecho de la mujer.

ZP también aprovechó el mitin madrileño para apoyar al juez Baltasar Garzón, quien, con tal de arrearle a la Iglesia, quiere hacerla responsable de matanzas durante la Guerra Civil. Es decir, la víctima se convierte en verdugo, tarea para la que hay que ser muy hipócrita.

Porque don Baltasar es, además, tan cobarde como don José Luis, y que sólo es capaz de pisarle el rabo al león después de muerto: el héroe que perseguía a Pinochet, una vez éste había abandonado el poder, pero que no se atreve a sentar en el banquillo, el tirano chino Hu Jintao, o al déspota cubano Fidel Castro, más que nada porque está en ejercicio.

ZP, en un ataque de descomposición verbal, llegó a acusar a los que se oponen al aborto de hipócritas y cínicos. Esto ya es demasiado: quien se oponga al aborto es un hipócrita y un cínico. Este artículo, por ejemplo, formaría parte de la hipocresía y el cinismo ambientales. Pero, ¿cómo puede este cobarde, miserable y canalla, haber alcanzado la Presidencia del Gobierno de España? No, no exagero, el que exagera es él, cuando se atreve a calificar de hipócritas y cínicos a los defensores de la vida. ¿Acaso la oposición al aborto genera hoy en España algún tipo de rédito, beneficio o reconocimiento? ¿No es todo lo contrario?

Del PP se puede decir algo parecido. Su portavoz, González Pons -¡qué papelón el suyo!- asegura que si ZP prepara otra ley de aborto es porque no puede con la crisis económica. ¿Y qué? Aunque fuera cierto, ¿qué pasa con la cuestión de fondo, con el aborto en sí, con la promoción legal del asesinato de inocentes?

Lo del PP comenzó con otro cobarde, José María Aznar, quien, ya antes de 1996, borraba de sus discursos cualquier alusión al aborto. Con el frívolón de Rajoy seguimos en las mismas.

Eulogio López

eulogio@hispanidad.com