El Gobierno busca el momento idóneo para abrir Canal Plus, lo que podría ocurrir en septiembre. Al final, se trata de crear un oligopolio televisivo. Pedro J. exige el otro canal en abierto, y Tele 5 y A-3 TV amenazan con volverse contra Zapatero en el caso de que conceda más de un nuevo canal. Polanco podrá controlar hasta un 50% de la radio española. Al tiempo, se recrudece la presión contra el periodismo independiente de Internet.
Desde el talante y el diálogo, Zapatero ha lanzado el ataque más profundo de toda la etapa democrática contra la libertad de prensa, y más en concreto contra toda sombra de periodismo independiente. Con las medidas adoptadas por el Consejo de Ministros del pasado viernes 4, se da un paso más hacia la creación de un oligopolio informativo y hacia la conversión de Jesús Polanco en el amo indiscutible de la información en España.
Ni los más comprensivos del lugar podían esperar la reacción de Teresa Fernández de la Vega, vicepresidenta primera del Gobierno, sobre las medidas tomadas el viernes 4 por el Consejo de Ministros en materia de comunicación. Por una parte, el Gobierno amplía hasta el 50% el número de emisoras que una sola empresa puede controlar por demarcación. Era una forma de beneficiar a Polanco, quien lleva años sin cumplir la sentencia del Tribunal Supremo que le obliga a deshacerse de postes emisores tras la absorción de A-3 Radio. Al mismo tiempo, el Gobierno Zapatero prepara al sector periodístico para el gran trágala: la apertura de Canal Plus, con lo que Polanco controlaría las tres grandes redes: Monopolio de televisión de pago y la más importante red de televisiones locales y regionales (Localia), al tiempo que dispondrá de un canal en abierto.
Pues bien, todo esto, en entrevista de Carlos Alsina (Onda Cero) a De la Vega, es aumentar el pluralismo informativo. Como quiera que el periodista le preguntara cómo aumentaba el pluralismo el cuasi monopolio que el Gobierno propicia para Polanco, la vicepresidenta respondió : Hombre, porque hay más posibilidades también de que haya unión de grupos y que eso, a su vez, haga también, a nadie se le va a obligar, es una posibilidad que se abre y se abre también la posibilidad a que se hagan cosas que hasta ahora no se han podido hacer. Si esa es una posibilidad nueva, eh, estamos diciendo, me está dando la razón, es unan posibilidad nueva, más posibilidades, más libertad, un panorama distinto. Es decir, estamos quitando una limitación, ¿sí o no?, y ampliando la posibilidad de poder hacerlo de otra manera, luego estamos ampliando las posibilidades de libertad y una mayor competencia. Eso, ¿en qué va a redundar? Eso tiene que redundar, en definitiva, en que los ciudadanos tengan más posibilidades de que en el panorama hay más posibilidades de las que hay hoy.
Y es muy cierto : Dejando a un lado el elocuente lenguaje de doña Teresa, lo cierto es que su Gobierno ha suprimido la limitación para que Polanco controle más emisoras, así como para que pueda emitir en todas las circunscripciones y hasta en todas las circunstancias. Se trata de una singular aplicación del derecho a la libre competencia, en concreto, una aplicación al revés: en lugar de poner límites a los operadores dominantes, se les suprimen dichos límites. En Moncloa, comentan que el Gobierno Popular ya abrió el camino, lo cual es muy cierto. La idea original del Ejecutivo Aznar consistía en aplicar las dos incompatibilidades clásicas en materia de pluralismo televisivo (la televisión es el medio más importante para mantener el poder): límites temáticos y límites geográficos. En otras palabras, lo que inventaron los norteamericanos para asegurar el pluralismo informativo audiovisual. En definitiva, separar producción de emisión y separar a los operadores nacionales de los regionales.
Eso pensaba el PSOE de Zapatero cuando estaba en la oposición, pero las cosas han cambiado. Ahora se trata de que Polanco controle la televisión en abierto, la televisión de pago, la televisión local y la radio.
Los privilegios para Polanco se conjugan con una televisión pública que está superando en nivel de manipulación a la del Partido Popular. Así, el episodio del submarino Sceptre en Gibraltar fue taponado por los hundimientos del barrio de El Carmelo, en Barcelona. Al mismo tiempo, en Moncloa consideran que Tele 5 está controlada y que A-3 TV es propiedad de un José Manuel Lara al que el Tripartito catalán tiene bien vigilado.
Por otra parte, De la Vega, que dirige la operación de acoso contra el periodismo independiente, no descuida la televisión local. Las comunidades autónomas contratadas por el PSOE, o por sus aliados nacionalistas, saben perfectamente a quién tienen que conceder las licencias de televisión digital. Por ejemplo, se trata de que Popular TV, de la Cadena COPE, crezca lo menos posible.
Lo único que preocupa es Pedro J. Ramírez. El director de El Mundo, quien exige un canal de televisión, ya ha amenazado al Gobierno si no se lo conceden. Ya hemos dicho que la teoría Zapatero afirma que A Pedro J. hay que matarlo a besos, pero no parece que sea tan fácil. Si se le concede una licencia de televisión a El Mundo-Recoletos, se corre el claro peligro de que el Grupo Vocento se eche al monte. También está la opción de neutralizar a Pedro J. Ramírez, favoreciendo que el consejero delegado de A-3 TV, el ex comunista Mauricio Carlotti, ahora reconvertido al capitalismo salvaje, y hombre del grupo De Agostini en España, compre El Mundo, pero esa ya es una operación más difícil.
Mientras tanto, y para asfixiar el periodismo independiente, el Gobierno Zapatero está presionando a los anunciantes para que ahoguen económicamente a los confidenciales de Internet, es decir, al periodismo independiente de la WWW. De la Secretaría de Estado de Comunicación, que dirige Miguel Barroso, ha salido toda una serie de consignas con las que pretenden calumniar a los confidenciales, ponen en duda su profesionalidad, al tiempo que se le cierra el acceso a la información oficial. Al mismo tiempo, se presiona a los principales anunciantes para que no inviertan en la red. No en los .es, sino en los confidenciales, es decir, aquel periodismo internetero no adscrito a los grandes grupos multimedia y que, por tanto, le resulta incontrolable. Curiosamente, en el cerco a los confidenciales de Internet, el Gobierno cuenta con el apoyo del director de El Mundo, que se considera ridiculizado por el periodismo independiente.
Y todo esto en nombre del talante y el diálogo. No es de extrañar que en el mundo económico cada vez se utilice más el calificativo hipócrita para definir la política del Ejecutivo Zapatero.