El nuevo presidente del Gobierno, José Luis Rodríguez Zapatero, se está convirtiendo en un verdadero experto a la hora de hacer de la necesidad virtud. Así, dado que no posee mayoría absoluta, especialmente en el Senado, se plantó en la Cámara Alta para anunciar su reforma constitucional. En otras palabras, Zapatero precisa del apoyo de nacionalistas vascos y catalanes, así como de los republicanos independentistas de ERC, para mantener el Tripartito catalán. Y dado que esos regionalismos y nacionalismos, más o menos radicales, exigen la reforma constitucional para seguir apoyando al PSOE, pues Zapatero se la concede.

 

Sus hombres de imagen ya ni se preocupan en ocultar una verdad a voces: la estrategia del PSOE pasa por aislar al Partido Popular: "Todos contra el PP".

 

Precisamente, esa ha sido la razón de que el PP no se haya cerrado en banda a negociar sobre esa reforma de la Carta Magna. Sin embargo, algunos populares, como por ejemplo Loyola de Palacio, consideran que el PP no tiene nada que ganar con una reforma constitucional y sí mucho que perder.