La estrategia del Gobierno es clara: responsabilizar a la patronal del fracaso de las negociaciones sociales. Lo hizo Zapatero el viernes con extraordinaria dureza. El sábado, le tocó el turno a Sebastián. Y el domingo fue Salgado quien se echó al monte. Hasta aquí, lo ordinario: el seguidismo ministerial del presidente.
Sin embargo, el domingo se produjo un cambio cualitativo. El viernes Zapatero se había mostrado muy cauto al denunciar que la posición de la CEOE obedecía a condicionamientos políticos. Se limitó a afirmar que le había sorprendido. Pues bien, el domingo se lanza a difamar directamente y acusa a la CEOE de seguir las instrucciones del PP. Para tal afirmación tan sólo se apoya en el micrófono cerrado en el que Díaz Ferrán afirma que Zapatero es un inútil y alaba a Esperanza Aguirre.
En todo caso, no parece sino una estrategia de buscar responsables a quien endosar el fracaso. Y la técnica es sencilla: primero la patronal; y luego el PP. En realidad, el único culpable del fracaso de la negociación ha sido el propio Zapatero que no ha querido o no ha sabido asumir el compromiso de debatir las reformas estructurales a partir del próximo 1 de septiembre. Este sí que ha sido el causante de la crisis. Y así lo denuncia ahora también CCOO.