Recién cumplido el quinto aniversario en el que Joseph Ratzinger, fue elegido Sumo Pontífice, como sucesor del apóstol Pedro, tomando el nombre de Benedicto XVI, me vienen a la memoria aquellas palabras que nos dirigió en su primera aparición, antes de dar su bendición apostólica: Después del gran Papa Juan Pablo II, los cardenales me han elegido a mí, un sencillo y humilde obrero de la viña del Señor.
Me consuela que el Señor sabe trabajar y actuar incluso con herramientas insuficientes, pero sobre todo confío en vuestras oraciones.
También se refería a que una de las características fundamentales del pastor debe ser amar a los hombres que le han sido confiados, tal como Cristo nos ama. Apacienta mis ovejas dice Cristo a Pedro (Jn 21,17).
Cierto que en sus cinco años de pontificado, no le han faltado al Papa ataques por aquellos que están empeñados en hundir la barca de Pedro de la sociedad de los hombres. No es el siervo más que su amo. Si me han perseguido a mí, también a vosotros os perseguirán (Jn 15, 20).
Pero, Benedicto XVI ha sabido mantener firme con serenidad y sabiduría el rumbo de la barca en medio de todas las tempestades. Rogad por mí, para que no huya por miedo ante los lobos, decía también el Papa en su primera aparición ante el mundo.
Su petición fue y está siendo escuchada porque han sido numerosas las muestras de afecto que, durante estos días, le están llegando al Papa, procedentes de los más diversos rincones del planeta, de católicos, de otros creyentes y de personas de buena voluntad.
¡¡¡Felicidades, Santo Padre!!! Y ánimo que seguimos rezando por usted.
Elena Baeza