La otra gran empresa de Florentino Pérez, y su gran pasión, el Real Madrid, tampoco atraviesa sus mejores momentos. Se dice que Florentino está empeñado en que el portero Iker Casillas contraiga matrimonio para tener algo que "celebrar", o que David Beckham no se separe "porque su mujer es la única victoria que le queda al Real Madrid". A fin de cuentas, en un club de fútbol nadie pide las cuentas, mientras se ganen títulos, pero cuando llegan los fracasos…

 

Otros medios de comunicación han recordado que Florentino Pérez arregló la deuda del Real Madrid a costa de vender la Ciudad Deportiva, pero que ahora la deuda ya supera a la que heredara de Lorenzo Sanz. Eso es muy cierto, pero esto no es lo más importante. En una empresa lo más importante siempre son los resultados de explotación. Y lo cierto es que, restando los gastos recurrentes de los ingresos recurrentes, los tres años de gestión de Florentino Pérez se saldan con cien millones anuales de pérdidas. Pérez sigue solucionando este desfase a costa de vender el patrimonio del club y obcecado en su empeño de contratar una figura por año. Algo muy contrario a lo que hace, por ejemplo, la Juventus de los Agnelli, que ficha jugadores, sí, pero también vende. Ahora bien, lo malo de las estrellas del Madrid es que tienen muy difícil venta, especialmente por razones de edad.

 

Por cierto, la normativa contable también corre en contra de Florentino. A partir de la próxima temporada, el coste de cualquier fichaje se cargará contra el ejercicio. En otras palabras, sería mejor que el Madrid vendiera a que comprara. El problema es que no se sabe a quién.

 

Por ultimo, las televisiones no están dispuestas a pagar lo que antes pagaban. En resumen, se acercan horas bajas para Florentino y, sobre todo, es ahora cuando tendrá que demostrar su capacidad de gestión.